Opinión

Lo que nos jugamos con el «Tesisgate»

Una de las cosas que más me llamó la atención al aterrizar en Baleares en 2001 como director de EL MUNDO era la cantidad de jetas que se habían sacado el título de patrón de embarcaciones deportivas sin haber pasado nunca por una academia, sin haber manejado siquiera un bote y, por supuesto, sin haber superado ningún examen. «No puede ser», cavilaba. Pero era. Tenía 33 años y tal vez era demasiado pardillo para creer posible que algo tan importante y sensible, la licencia para patronear una embarcación cargada con cientos de litros de combustible, se subastaba al mejor postor. La golfería tenía un precio: creo recordar que un millón de pesetas (6.000 euros al cambio). La proliferación de accidentes y la siempre eficaz actuación de la Guardia Civil pusieron coto a esta práctica que no sé si era la regla que confirmaba la excepción pero por ahí le andaría. Decenas de mangutas acabaron en la cárcel y a miles de desahogados se les retiró el carné.

No sé por qué, o sí, esta tercermundista costumbre me vino a la cabeza cuando el equipo de investigación de OKDIARIO me dijo «¡estamos listos!» el martes pasado, horas antes de publicar la primicia del Tesisgate. Por mucho que lo intenten silenciar, minimizar o tergiversarlo, pinchan en hueso porque es un escándalo de marca mayor. La ciudadanía, que no es gilipollas, les responde a lo Unamuno: «Mentiréis y venceréis pero no convenceréis». No está protagonizado por el vecino de arriba sino por el presidente del Gobierno. Y no es que en el doctorado haya alguna irregularidad. Más bien hay que colegir que el doctorado es la madre de todas las irregularidades e ilegalidades. Está acreditado que la tesis se hizo a ocho manos. Ilegal porque deben ser unipersonales. Está incontrovertiblemente confirmado que se plagiaron párrafos enteros sin citar la fuente. Ilegal por razones obvias. Está probado más allá de toda duda razonable que un miembro del tribunal y la directora del doctorado escribieron con Sánchez dos trabajos que luego trasplantaron a la tesis. Ilegal e inmoral. Está empíricamente certificado que Sánchez fusiló 44 documentos de Industria que le facilitó el negro Ocaña, mano derecha del ministro Sebastián. Irregular. E igualmente es científicamente cierto que la tesis es una basura. ¡Y le dieron un cum laude! En este envite nos jugamos algo más que quién es nuestro presidente. Nos jugamos la calidad de nuestra democracia. Palabras mayores.