Opinión

Español herido

Para los nacionalistas catalanes, la fecha del 1 de octubre representa la única victoria que pueden exhibir de forma impúdica, frente al Estado. Fue una derrota de la comunicación gubernamental, un estrepitoso fracaso de la gestión internacional y un fallo estratégico en la gestión de la crisis catalana que arrastraremos durante años. El despliegue especial de policías y guardias civiles para detener el golpe separatista costó 87 millones de euros, se movilizaron 6.000 agentes y se ridiculizó a todos los españoles al alojar a los miembros de las FFSS en tres barcos, entre ellos el famoso «Piolín». Un desastre. El desastre español, con las cargas policiales y los cientos de heridos, se viralizó mundialmente, con un amplio seguimiento de «boots» rusos y venezolanos, multiplicado por unas potentes redes sociales separatistas, perfectamente engrasadas con millones de euros.

Los separatistas supieron vender la épica de un enfrentamiento desigual, entre lo que ellos llaman «un pueblo alzado» que pretendía ejercer el democrático ejercicio de depositar un voto en las urnas siguiendo el mantra del «Derecho a decidir», y se encontraron frente a la brutalidad de un «Estado demofóbico» que sólo entendía la dialéctica de las porras policiales. En el 1 de octubre hubo urnas, colas de gente votando y muchas imágenes de violencia que dieron la vuelta al mundo e impactaron a la opinión pública. España ponía el «problema catalán» en el foco mundial. Impericia, amateurismo, desidia y cainismo han condenado a España a una imagen. La trampa que prepararon los separatistas les salió perfecta. Cientos de corresponsales extranjeros, convenientemente adoctrinados y acompañados por periodistas locales, fueron distribuidos en las «zonas calientes»; se cedió la iniciativa de seguridad a los Mossos, que incumplieron las órdenes recibidas. La logística para llevar a cabo las «votaciones» funcionó, con una magnífica puesta en escena delante de las narices de un Gobierno que vendía con prepotencia el mantra del «no votarán», y ni las urnas ni las papeletas fueron encontradas.

Votaron casi 2 millones de personas. Mucha gente. El relato separatista cifró en más de 1.000 heridos, debidos a la brutalidad represiva del «Estado fascista español». Sólo salieron dos supuestos heridos. Una de ellas se llamaba Marta Torrecillas, que denunció que la Policía le había roto los dedos de la mano uno a uno, sin embargo, después quedó demostrado que padecía una capsulitis, es decir, una inflamación de la cápsula articular, sin ninguna relación con la actuación policial. Su caso fue motivo de intensas tertulias de TV3 para acusar a los españoles de bestialidad policial. El otro caso, el más icónico, fue la pérdida del ojo por una pelota de goma, del joven cantante Roger Español, líder del grupo «Soweto», y que manifestó que se dirigía a su casa y fue agredido traidoramente por la policía. Les recomiendo que vean el vídeo con las imágenes de Español tirando vallas y siendo agresivo con la policía. El premio por su lucha ha sido la concesión de la «Creu de Sant Jordi». Si los 87 millones que costó el desplazamiento policial, se hubiesen invertido en un relato a favor de España, otro gallo cantaría. Español acaba de ser imputado por violencia contra la policía.