Opinión

Cambios fiscales

En este país cualquier político que se precie quiere dejar su impronta en el sistema fiscal modificando este o el otro impuesto, concediendo tal o cual exención o incluso creando alguna nueva figura con la que sacar pasta a los contribuyentes. El gobierno de ahora, también. Es más, está lleno de ministros –o más bien ministras–deseosos de poner su granito de arena en esta materia, aunque de momento a lo más que han llegado es a montar una algarabía quincenal sobre sus apetencias que para lo único que sirve es para despistar, confundir e incluso embarullar el tema. Por eso, los consultores internacionales están recomendado a sus clientes que frenen sus ímpetus con respecto a España mientras estos y otros asuntos de enjundia política no se vayan clarificando. De momento, lo único que se sabe es que a la ministra de la transición ecológica le ha fallado el precio de la luz y que, para bajarlo, no se le ha ocurrido mejor cosa que pasarse del socialismo al ala liberal de mi colega de la izquierda y suprimir el impuesto sobre la electricidad. Ya ves querido Carlos –tantos años compartiendo aula y ahora página en LA RAZÓN– que, en esta confusión mefistofélica de ahora, hasta se eliminan impuestos «a pesar del gobierno».

El caso es que los asuntos fiscales están, seguramente, entre los más enrevesados con los que topamos los economistas porque, en los impuestos, casi nada es lo que parece y los contribuyentes suelen tener la manía de escaquearse en cuanto les dejas un resquicio para ello, mientras que los que actúan como recaudadores por cuenta de la hacienda tratan de quedarse con una parte de la tajada. Hace poco, para satisfacer el ego de los artistas y adular al progresismo, se bajó el IVA del cine hasta el nivel que suelen pagar los pobres –a pesar de que ir al cine es cosa de la gente de posibles– y lo que pasó es que los dueños de las salas se quedaron con la pasta que antes engordaba las arcas del Estado. Esto de la fiscalidad es paradójico. Mi colega José Félix Sanz –seguramente, una de las personas que más sabe del impuesto sobre la renta– ha señalado recientemente que «los tipos marginales bajos son mucho más eficaces para recaudar que los altos» y también que el gobierno de Sánchez con su impuesto a los ricos va a obtener, como mucho, 260 millones –o sea, el chocolate del loro0. Pero resignémonos, porque a los políticos eso les da lo mismo y a lo más que podemos aspirar es a que su mirada no se pose sobre nosotros.