Opinión

Peligra el santuario andaluz

Solo le faltaba a Susana Díaz haber afrontado una campaña electoral a la Junta de Andalucía compartiendo cartel con Pedro Sánchez. La mera hipótesis de unos comicios generales y autonómicos coincidiendo en la misma fecha ponía los pelos de punta al entorno de la actual presidenta. Todo lo que en los días del «Aquarius» y los primeros pasos del «Gobierno feminista» eran cuentas de la lechera a propósito de cómo se rentabilizaría el tirón del regreso del PSOE al poder y los nuevos aires de regeneración se tornó en auténtico pánico según rodaban cabezas políticas como la de la ministra Montón e iban aflorando como setas las informaciones a propósito de la tesis doctoral del presidente, de los contactos y comilonas de la ministra de Justicia Dolores Delgado o de las sociedades patrimoniales para pagar menos impuestos de Pedro Duque.

Una encuesta sobre la mesa del despacho de Susana Díaz hizo sonar todas las alarmas. No estaba tan asegurado el Gobierno de la Junta, el santuario del gran granero de votos del PSOE desde que tenemos memoria democrática donde ni los escándalos, ni el paro desorbitado, ni el saberse furgón de cola en la España autonómica habían hecho doblar la cerviz de un «régimen» dentro de la democracia basado en algo tan infalible como es un sistema subsidiario, gran sostén de lo que en gran parte se convirtió en una gigantesca red clientelar. Solo el popular Javier Arenas hizo peligrar hace siete años esa hegemonía quedándose en puertas. Susana Díaz no lo tiene hoy fácil porque el panorama político andaluz es hoy muy distinto y porque no hay nada como el transcurso de los años para que a uno le pillen los trucos. Volverán las promesas de «segunda mano» sobre ofertas de empleo público y renovación de inversiones en el campo social, incluso se seguirán ofreciendo ahora como modélicas, instituciones cerradas en su momento como los centros donde se impartían cursos de formación en el caso ERE y hasta el Consejo de Ministros de la Nación se reunirá en Sevilla y aprovechará para repartir alguna derrama, todo ello será poco en el camino por el filo que aguarda a Díaz entre amarrar San Telmo y el abismo.

La presidenta además habrá de comparecer en noviembre en el Senado, en plena precampaña para explicar ante una oposición que sí es mayoritaria en esta Cámara lo que sabe del caso ERE, también la lideresa habría de sentarse ante la comisión parlamentaria del caso «FAFFE», esa que investiga algo tan poco edificante como el gasto de dinero público en droga y prostíbulos –la disolución del Parlamento puede que le evite el trago... o no– y por si fuera poco, Rivera y la jerezana Arrimadas día sí y día también defendiendo en Andalucía la bandera española frente al desafío de los peones de Puigdemont y la tibieza del también socialista Gobierno de la Nación. Los vuelcos a veces ocurren, aunque hayan pasado casi cuarenta años... aunque hablemos del santuario andaluz.