Opinión

Mentiras azules y estado del bienestar la muerte

Ayer fue día de «mentiras azules», con el esbozo de Presupuestos de fondo. Las ministras Celaá, Calviño y Montero intentaron poner letra y números al acuerdo suscrito entre Sánchez e Iglesias, diseñado para cosechar votos. Las ministras recitaron algo así como una Carta a los Reyes Magos. Al mismo tiempo, Nadia Calviño envió los números a Bruselas, convencida de que obtendrá el placet de las autoridades europeas. Es su única misión en el Gobierno, aprovechar sus buenas relaciones con el comisario Moscovici y sus equipos para que acepten –y sean flexibles, si es necesario– los requiebros españoles con la ortodoxia. Guindos lo logró y ella también puede hacerlo. La Comisión Europea –con Italia como gran problema– será benévola con las previsiones optimistas españolas, pero si no se cumplen, habrá problemas. El primer veredicto, no obstante, a esas cuentas, lo emitirá las agencias de calificación cuando revisen la nota de la deuda española. Y ahí no valen las «mentiras azules», que no son patrimonio de las ministras Celaá, Calviño y Montero, porque Cristóbal Montoro, sin ir más lejos, también abusaba de ellas cuando trataba de Presupuestos y de impuestos.

Las «mentiras azules» son un término surgido del estudio del comportamiento moral de los niños, según Jeremy A. Smith (Universidad de Berkeley) y popularizado por Steve Pinker, el influyente y optimista autor de «En defensa de la ilustración». Las «mentiras azules» serían todo el conjunto de afirmaciones que permiten reforzar la virtud de un grupo, mientras demonizan a sus enemigos». «El objetivo de las mentiras azules –recalca el canadiense Pinker, testigo del proceso secesionista de Quebec– es adular al grupo en momentos en los que la gente relaja sus estándares de exigencia, a veces a cero. Y las mentiras azules gustan». Ha habido, por ejemplo, muchas mentiras azules en el «procés», pero también destaca el intento de imponen la idea de la liquidación del Estado del Bienestar en España, cuando, como tuiteó Rafael Domenech, jefe de análisis macro del BBVA, «no se pone en valor el enorme esfuerzo que ha realizado la sociedad española para mantener el Estado del Bienestar durante la crisis». Los datos son tozudos, el gasto público subió entre 2007 y 2017 y si se deterioraron algunos servicios públicos fue porque se redistribuyó el gasto o porque empeoró la eficiencia. ¡Ojo! Las promesas de garantizar aumentos de pensiones, un salario mínimo de 900 euros como «maná» laboral y subir impuestos a los «ricos», quizá no sean más que otra forma de «adular y reforzar la virtud de un grupo», en definitiva, «mentiras azules».