Opinión
Pedro tendrá sus Presupuestos
Nacionalismo vasco, secesionismo catalán y el Podemos de un Iglesias que ya se ha acostumbrado a campar por las alfombras monclovitas como Pablo por su casa son las piedras sobre las que Pedro Sanchez pretende edificar su particular etapa de estabilidad política de aquí a 2020. Son los mismos socios de conveniencia con los que se acabo cuajando la operación relámpago para desalojar a Rajoy y los que –al tiempo– no van a permitir, al menos por el momento y en la actual tesitura de negociación para unos presupuestos tuneados en el taller podemita, que caiga el actual inquilino de Moncloa o se vea precipitado al adelanto electoral. Ni les conviene ni van a desaprovechar el negocio redondo que supone un Gobierno con mandíbula de cristal, solo con una escuálida representación de 84 escaños y con un presidente dispuesto a empeñar hasta la última joya de la abuela con tal de mantenerse en el poder.
Los intereses de Iglesias, Urkullu y el más complejo marasmo de independentistas catalanes, aún siendo distintos coinciden en dos cosas fundamentales: el tacticismo partidista que se aprovecha de la posesión en tres bolsillos distintos de unas llaves que sólo juntas abren la combinación de la caja para hacer mayoría y de otro lado, la distancia más que manifiesta entre sus objetivos y eso que llamamos interés de país. A saber, el mismo PNV que daba el empujón final a Rajoy para despeñarle parece clamar ahora por la necesaria estabilidad y por dar recorrido al Gobierno de Sánchez... ¡Acabáramos! La realidad sin embargo tiene más que ver con la oportunidad de cobrarse peajes en otra situación poco imaginables, como plasmar la alusión a la euskaldunizacion de Navarra en el nuevo Estatuto vasco o la cesión de competencias penitenciarias, además de otras 35 pendientes según Ajuria Enea incluida por supuesto la caja única de la Seguridad Social. Ergo PNV apoyará. En el caso del independentismo catalán seguirá sobre la mesa el canje de cromos exigiendo un imposible como es que el ejecutivo inste a la fiscalía para retirar los cargos por rebelión a sus políticos presos. No será, aunque los secesionistas saben también que solo con un Gobierno como el actual puede explorar «fórmulas» de aquí al proceso que arrancará a primeros de año. El apoyo de ERC y la abstención de PdeCat serían suficientes. El caso de Podemos tiene otros derroteros, el acuerdo firmado con todo boato no debe confundir al personal, Iglesias puede ser egocéntrico y presuntuoso hasta caerse de guapo pero, ni un gramo de tonto. Venderá hasta la saciedad que solo gracias a Podemos consiguen embridarse las tendencias de librecambismo centrista en el PSOE, pero todo se enmarca en una meta volante para finiquitar al llamado régimen del 78 y la Corona como máxima expresión y clave de bóveda. Los morados –comunismo puro y duro– saben ya que nunca arrasarán, algo secundario teniendo en cuenta que en todo tiempo y lugar existen «Kerenskis» y «Chamberlains». Claros exponentes de que no siempre se leen las lecciones de la historia. El precio por lo tanto será alto, muy alto, pero Sánchez va a tener sus Presupuestos.
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