Opinión
La nueva vida de Maradona en México
Tras su primer mes como estratega en la liga de Ascenso, en México se habla más de los Dorados que del Cruz Azul, líder de la Primera división y casi a diario salen notas sobre la vida del "pibe". Según la prensa, cuando juega de visitante tiene un piso de hotel para él y sus amigos, en Culiacán, viven en el mejor hotel con guardias de seguridad y una camioneta blindada a su disposición y cuando fue necesario, usó el jet privado del dueño del equipo.
Según el escritor Benito Taibo, en México el realismo mágico es asunto de la vida diaria. En ese caso Maradona está en su ambiente porque si un deportista de los tiempos modernos parece salido de una novela de mujeres que vuelan envueltas en sábanas y hombres rodeados de mariposas amarillas, ese es Diego. Los medios hablan de su debilidad por el risotto, su principal plato en la mesa, y no faltan quienes interpretan que siempre use la misma gorra, o varias idénticas con los colores de Culiacán, para atraer la buena suerte.
En este tiempo, Maradona también ha tenido la oportunidad de hablar sobre Messi, asegurando que si volviera a dirigir a la selección argentina no convocaría al futbolista del F.C. Barcelona.
"Es inútil querer hacer un caudillo a un tipo que va 20 veces al baño antes de un partido. No endiosemos más a Messi; Messi en el Barcelona es uno y en la selección es uno más", dijo al programa "La última palabra", de Fox Sport.
Mientras en Culiacán, Maradona se deja adorar como un Mesías de baja estatura en una ciudad de provincia. En ella vive un capítulo más de su relación de amor y roces con México, el país de su mejor beso de amor y al que volvió con actitud humilde. Pica piedra en una liga inferior, pero celebra los goles como cuando fue un semidiós en el Nápoles de Italia.
¿Por qué lo hace? Porque si bien a poco de cumplir 58 años (el 30 de octubre) jura haberse alejado de las drogas y el alcohol, se reconoce como un abuelo triste si no alimenta su vicio más viejo y noble: El fútbol. Y ningún país mejor para nutrir su obsesión que donde fue feliz hasta la falta de aire.
Gustavo Borges.
EFE REPORTAJES.
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