Opinión

Gestos

Los independentistas catalanes esperan gestos favorables del Gobierno para no tumbar los presupuestos y acabar con la aventura de Pedro Sánchez. Cucar el ojo izquierdo, enarcar la ceja, tender la mano..., cualquier señal esperanzadora para los presos y para los huidos de la Justicia vale. Hay que actuar con sutileza para que no digan. Hemos entrado así en la política del ocultismo. Y, si se está atento, uno descubre que los gestos se multiplican. El socio preferente del Gobierno, Pablo Iglesias, acostumbrado a hacer teatro y a convertir la política en espectáculo, ha abierto la representación con gestos inequívocos. Todo el mundo sabe que los hace con la complacencia de Moncloa, como su comisionado o correveidile. Por eso no ha habido ningún reproche, sino todo lo contrario, a su largo encuentro con Junqueras en la cárcel o a su conversación telefónica con el fugado Puigdemont, al que pronto visitará en Waterloo. Tampoco le han criticado desde el poder por calificar públicamente de «presos políticos» y «exiliados» a los presuntos delincuentes huidos o encarcelados, aunque esto suponga desacreditar a la Justicia y al sistema democrático vigente. «Escrito está en mi alma vuestro gesto», recitarán con Garcilaso, Puigdemont y Junqueras, agradecidos. Otro gesto significativo es el editorial que se apresuró a publicar «El País» el pasado sábado, titulado «Prisión preventiva. Es admisible que el Supremo revise la situación de los detenidos del “pocés”». En él se invita abiertamente al alto tribunal a que reconsidere las resoluciones de prisión preventiva y suelte a los presos. Es una opinión respetable, pero proviniendo del periódico de Prisa, que se ha convertido en esta última etapa, dicen que transitoria, en órgano más oficial que oficioso del Gobierno socialista, se puede interpretar razonablemente como una respuesta a las exigencias soberanistas. A partir de ahora, con el pretexto de la distensión política, se sucederán las manifestaciones a favor de la libertad de los presos y de que se rebaje, de cara al juicio, la calificación de los delitos de los encausados. Se va a poner a prueba la resistencia de jueces y fiscales. La operación de fondo consiste en mantener a la izquierda en el poder, impidiendo, a toda costa, que la derecha lo recupere. Es el argumento de Iglesias con sus interlocutores catalanes y vascos. Eso explica la despiadada campaña crítica contra Pablo Casado, el nuevo dirigente del Partido Popular, y, en menor medida, contra Rivera, de Ciudadanos, desde los medios que apoyan la operación. Habrá que estar atentos a los gestos.