Opinión

Andalucía: ¿otra vez la de siempre?

Decía Borges que la derrota escondía una dignidad desconocida para la victoria. Pero a casi nadie le gusta perder, por mucho potencial de cambio que ese verbo pueda encerrar. El próximo 2 de diciembre puede ser uno de esos días en los que con el paso del tiempo en Andalucía se pregunte aquello de ¿dónde estabas cuándo? Hay quien espera que sea el primero del no como siempre y hay quien desea más de ese siempre. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, ha decidido llamar a los más de 6,5 millones de personas con derecho a voto en la comunidad a que lo ejerzan y decidan entre, en esencia cuatro opciones -con permiso de Equo y alguna otra formación-: PSOE-A, PP-A, Ciudadanos (Cs) y Adelante Andalucía, integrada esta última por Podemos, IULV-CA y un par de partidos herederos del andalucismo. Ninguno quiere saber de la dignidad de la derrota por lo que se presentarán como alternativa a un modelo que no funciona. Ésa, la crítica del presente y en menor medida pero también del pasado, no podrá ser un arma electoral para Díaz, en cambio. Su partido, el del puño y la rosa, va camino de completar los 37 años al frente del Gobierno autonómico de forma ininterrumpida. Durante ese tiempo ha tenido compañeros de viaje. En el engranaje del Ejecutivo al Partido Andalucista (PA) entre 1996 y 2004 y a IU desde 2012 a 2015; partidos que ya saben el precio que se paga por ser aliado de los socialistas andaluces; y como socio de investidura a Cs desde 2015 hasta hace unas semanas.

En estas elecciones se calibrará el poder que conserva o no el PSOE en la región después de todos esos años gastados, se despejará si logra o no volver a dejar vacío el espacio del cambio, pese a que la comunidad padece males estructurales como el paro, con un diferencial de ocho puntos con el resto de España, y se haya demostrado incapaz de abandonar el grupo de las regiones más pobres de Europa, aquellas cuyo Producto Interior Bruto (PIB) per cápita es inferior al 75 por ciento de la media comunitaria.

Llegará la campaña electoral oficial y volverán a repetirse variantes de las mismas ideas. Es previsible que la presidenta de la Junta defienda su plaza aunque le cueste jirones de la piel a la que tanto alude. A falta de una gestión brillante, de reformas de calado y de una actividad legislativa fértil, apuntará a las emociones como ya está haciendo. Instará a los suyos a sepultar el cainismo y cejar las hostilidades internas para centrarse en los enemigos externos. Sabe que se juega salvarse de la irrelevancia. Las llaves de Cs sirvieron para abrir la décima legislatura de la autonomía andaluza y está por ver quién manda en la undécima, si Andalucía es la de mañana o la de siempre.