Opinión

Por un plato de lentejas

¿Para qué se hizo el 1 de octubre? ¿Fue un acto de propaganda política o un intento de romper España? En la respuesta está la clave del juicio contra Oriol Junqueras y compañía. Lo que se dirime es si son culpables de rebelión o sólo de sedición, y no es el uso de armas lo que va a establecer la diferencia. Se trata de juzgar si buscaban atacar la Constitución o sólo provocar desórdenes públicos. Porque el delito de rebelión se contempla en el Código Penal en el Título XXI, el de «Delitos contra la Constitución», mientras que el de sedición forma parte del título XXII: «Delitos contra el orden público». Entraña mayor gravedad y pena la rebelión, claro, que es la que conllevó la condena de Tejero y sus secuaces.

Es tan evidente que en el ánimo de los partidos independentistas está acabar con la Constitución que su máximo órgano es el Consell per la República. Quim Torra repite que hay un mandato popular (el del falso referendo) para derrocar al Rey e implementar nuevas instituciones. Fingir, por lo tanto, que estos señores montaron un tumulto debido a su malestar social es cerrar los ojos a la realidad.

Maravilla que la abogacía del estado acuse sólo de sedición y malversación. Es un gesto tan forzado que se ha reconocido como político de forma muy generalizada. Pedro Sánchez-Esaú ha vendido la defensa del Estado a Oriol Junqueras-Jacob a cambio de un plato de lentejas presupuestario. Lo que es el hambre de poder.