Opinión

Nada bueno

Es ley de vida que el populismo aspire a destruir la democracia liberal. Para empezar le sobra la prensa libre. «Una prensa que no huela a caca», eructaba Pablo Echenique al presentar en tuiter el periodicucho doctrinal o prensa del movimiento que tutela Podemos. Al populismo también le repele la separación de poderes. Tanto Pablo Iglesias como el nacionalismo catalán reclaman al gobierno «gestos» con los golpistas. Por «gestos» entienden demoler la separación de poderes. O sea. Que el asalto a los derechos políticos y el ataque insurreccional contra el pacto del 78 y la España constitucional sean perdonados o mejor, ignorados cual caprichitos naif y adolescente, inocua performance. Si total. Finalmente al populismo le revienta el poder judicial. En nombre de cuya independencia aspira a triturarlo. Preferiría que agonice al albur del justiciero juez belga. Tal y como quiso hacer la infame ministra de Justicia con Pablo Llarena. Recuerden de paso las concentraciones contra los jueces de la Audiencia de Navarra. Piensen que Podemos ha convocado a la gente este sábado a la puerta del Supremo. Sostiene Iglesias que «la vergüenza y la rabia deben convertirse en una gran manifestación». O este tuit de Iñigo Errejón, que habla «de un paso atrás de la justicia y una herida en nuestro Estado de Derecho» y añade «El mensaje: si robas, roba mucho y serás perdonado. El lunes pideron [sic] 4 años de cárcel [sic] a un hombre por un bocata. La ley o es igual para todos o fractura la sociedad». La ley del bocata, o sea. Enunciada por un tipo que venía de glosar los hitos de Maduro: tres comidas al día, pluralismo político asegurado, ja, y unos hospitales en ruina y sin medicamentos, seguro, pero mire, gratis. Un tipo, el estratega, el listo, el moderado, que agita en su discurso todos los miasmas reaccionarios y camina junto a Vox, la Cup y Anguita, por citar tres dinosaurios, en su denuncia de la Unión Europea. Club de mercaderes. Enemiga del pueblo. Oh, el pueblo. Cuántos rebuznos en tu nombre. Cuánta antipolítica untada con blanda expresividad. Cuánto cuento y anécdota y ombligo. El sucio desprecio por la razón. Esa incapacidad para asumir que el peligro, el virus, en «populista de izquierdas» y/o «populista de derechas», anida en «populista». Pero del populismo no puedes esperar nada bueno. Menos que nada un mínimo de comprensión lectora.