Opinión

Éxito trumpista

No hace falta ser un experto en política norteamericana para darse cuenta que los resultados de las elecciones de medio mandato son un éxito para Trump. Antes, fuera de Estados Unidos, de estas elecciones no se ocupaba nadie. Desde Obama, y sobre todo desde que Trump ocupa la Casa Blanca y lo que los norteamericanos llaman «liberales», es decir los progresistas, le declararon la guerra parece que no se habla de otra cosa. El chasco de los «liberales», en cualquier caso, ha sido considerable.

Los trumpistas tendrían motivos para estar más contentos de haber conservado la mayoría en la Cámara de Representantes. Ahora bien, eso justamente es lo que suele ocurrir en estas elecciones, que equilibran un poco el poder, sobre todo cuando no hay razones de movilización al crecer la economía norteamericana a más del 4%, sin paro, y con un personaje menos popular (en torno al 20%) que sus políticas, respaldadas por un 40% de la población.

Si viviéramos tiempos menos turbulentos, el resultado de estas elecciones provocaría la apertura de conversaciones entre republicanos y demócratas. Ahora bien, como ni Trump va a variar de carácter ni los demócratas y los «liberales» van a librarse del fanatismo que les ha embargado el sentido común desde hace por lo menos diez años, se abre una etapa de parálisis legislativa y guerra de desgaste.

Salvo la del sistema sanitario de Obama, imposible ya, las reformas de Trump están hechas, en particular la bajada de impuestos –con el aumento de la inversión directa en Estados Unidos– y los nombramientos judiciales. Han revelado un Trump más presidencial o más republicano, si se prefiere, con capital político suficiente para lo que queda de mandato. Enfrente tiene un partido cada vez más a la izquierda y fragmentado en obsesiones identitarias en las que los candidatos valen por su «look» mucho más que por lo que proponen. Con pocas ideas, también, y con menos ganas de echar abajo alguna de las grandes reformas trumpistas –en particular la fiscal– de lo que dicen.