Opinión
Supositorio para Torra
En la serie «Urgencias» se encontraban a George Clooney, que supongo que a sus fans les haría más grato el dolor de la piedra en el riñón. Quim Torra no es Clooney, vive, o así parece, a este lado de la pantalla, donde la mayoría sobrevive y no tiene para un Nespresso. La urgencia de Torra no es médica sino ideológica. Se ha preocupado tanto por el «procés» como alimento intelectual de su vida que olvidó que la existencia también es enfermedad y dolor, se lleve o no un lazo amarillo.
La independencia no pasa de ser un paracetamol cuyos efectos duran unas horas y de tanto tragar antibióticos ya no hacen efecto ante el nuevo virus del descontento social. Las listas de espera en la potencial república catalana superan en 70 días a las de Andalucía, que tampoco echa el resto en la Sanidad, y mantiene a las batas blancas en pie de guerra para la que Susana Díaz no ha encontrado vacuna. Vaya usted a explicarle a un paciente que se centre en lo «esencial» y no en su dolencia. Unas declaraciones, las de Eduard Pujol, que traspasan la inhumanidad y la desvergüenza.
Torra es de entre todos los presidentes de una comunidad autónoma el que menos presupuesto dedica a la cosa médica. Las competencias están transferidas. La culpa no es de España. Esta gripe es catalana. Puigdemont tendrá un seguro privado en Waterloo y le importa un bledo que sus paisanos aguarden en la cola de un quirófano. Era verdad que Cataluña necesitaba una cirugía. Pero es otra la especialidad la que el pueblo pide. Una pena que no haya supositorios para los mentirosos.
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