Opinión
La vía eslovena
Menudo revuelo ha levantado Torra con eso de la vía eslovena, aunque no estoy muy seguro de que los que le han tildado de irresponsable, iluminado, insensato, incapacitado y otras florituras de ese tono, hayan entendido bien su mensaje. Porque lo esencial del caso de Eslovenia no es que su independencia se produjera tras la guerra de los diez días –que, en realidad, apenas llegó a una semana–, sino que la ganaron por el desistimiento del contrario –a la sazón, la Federación Yugoslava–. Por eso, lo que Torra ha venido a decir es que los nacionalistas catalanes están dispuestos a entrar en un proceso bélico, para forzar su independencia, porque parten del convencimiento de que no existe voluntad –y fuerza— política en España para comprometerse a emplear cuantos medios militares sean necesario a fin de preservar la unidad del país.
Las reacciones del gobierno, por un lado, y del PSOE, PP y Ciudadanos, por otro, parecen darle la razón. Su personal político ha reaccionado con los epítetos mencionados, acompañando a un repudio de la guerra no demasiado explícito. Parece como si quisieran ignorar que, durante las cuatro últimas décadas, la mayor parte de los 39 procesos de secesión –siete de ellos fracasados– que han tenido lugar en el mundo se han visto envueltos en conflictos bélicos más o menos amplios, de manera que se contabilizan 28 guerras por ese motivo. Por eso, a nadie debiera sorprender que la deriva catalana fuera por esos derroteros y que, consecuentemente, la sociedad española se preparara para ello.
Pero no. Nuestros políticos, una vez desahogados, empiezan a hablar de otra cosa. Escriben cartas a los consejeros de Torra mostrando su «inquietud», como Carmen Calvo, o su «profundo malestar», como Ábalos, o amenazando con la actuación de la Policía Nacional y la Guardia Civil, eso sí, «en términos de proporcionalidad y necesidad», como Grande-Marlaska, ratificado más tarde por el doctor Sánchez. Y también especulan, en la oposición, con lo del 155, aunque sin especificar demasiado porque todavía no es el momento, según dice Miquel Iceta. O sea, que se queda todo en agua de borrajas, confirmando así que la presunción de la que partió Torra para soltar lo de Eslovenia, mostrando su caso como el espejo en el que tendrían que mirarse los independentistas catalanes, no era descabellada. No obstante, para decirlo todo hay que añadir que la ministra Robles, rodeada en este caso de la cúpula militar, recordó en un discurso que las Fuerzas Armadas «están para garantizar los valores democráticos y de convivencia, para garantizar la paz, la libertad y la seguridad, en España y en el mundo». Pues eso.
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