Opinión
El nuevo año anticipa fastos glamurosos
eguimos en lo de siempre, aunque molestos porque Belén Esteban prohibirá hacer fotos en su boda aún lejana, cabreando ya a sus invitados. Por su parte, Makoke y Kiko Matamoros están en boca de todos y protagonizan comentarios variopintos. Que si la una hizo y el otro la dejaba hacer, polémica de nunca acabar que abaratan personajes y situaciones casi increíbles. A ver si el nuevo año revela personajes inéditos, los que hay aburren y están cubiertos de polvo. Se impone un cambio radical, algo renovador. Lo que hay que soportar, mientras sostienen, mantienen y apuestan por el más que rumor de que Pedro Trapote proyecta vender el emblemático Joy Eslava, posibilidad que él me negó para no estropear la operación prevista con chinos o árabes
La temporada otoñal fue rematada con un glamour que se estila poco. La del martes fue una tarde que supo a poco y en la que recuperaron el centenario local de la calle Arenal donde Nati Mistral, con Pastora Imperio y Lali Soldevila, estrenó consagrándose su histórico «Te espero en Eslava». De teatro selecto pasó a disco donde, compitiendo con el Bocaccio barcelonés, hasta desfiló Rabanne formando increíble cartel con Pertegaz y Marie Ange, genial trío imposible en la actualidad. Antes cualquier evento en Barcelona se celebraba allí, realzado por el buen gusto del decorador Ramiro Jofre, como hasta ahora pasaba con Joy, donde vi a Richard Gere tontear en un estreno.
Joy languidece, pero noches atrás acogió nuevamente bellezas como la platinada María Jesús Ruiz, Marisa Jara y Raquel Revuelta, cada vez mas rotunda. Pareció una visión bellísima, pero fantasmagórica, de noches inolvidables, un alucine recuperador, aún con sus colas de ansiosos haciendo puerta. El variopinto grupo femenino anticipó cómo pasarán las fiestas: la actualísima televisivamente Ma-
ría Jesús pendiente de que organice su novio de ida y vuelta, Gil Silgado –quizá escapada al siempre socorrido Caribe– y las otras dos alternando con la familia y celebraciones en Madrid y Sevilla.
La cita tuvo empaque, aunque faltaron nombres y figuras, como si Raquel, Marisa –ya muy repuesta– y María Jesús no fuesen muestra variopinta de la belleza nacional. Eliminaron el certamen de Miss España y como sigamos así lo mismo ocurrirá con el elegante y accesible ex teatro, hoy señorial disco, que perteneció al inolvidable Luis Escobar, marqués de las Marismas y gran actor descubierto por Berlanga.
El chic de siempre
La nostalgia se impone acentuada en estos días festivos porque siempre falta algún familiar. En casa de mi madre no recuerdo Pascuas sin pesares añoradores. Suerte que el desierto social madrileño solo es relativo, temporal, aunque amenazador. Como si fuera el benaventiano tinglado de una nueva farsa, el elenco rejuvenece, se renueva y nos da esperanza de que todo será lo de antes a falta de una platinada Cuqui Fierro –tras lo ocurrido a sus hijos aún no entiendo cómo se mantiene en pie– como salida del «Harper´s Bazar» o de una Gunilla von Bismarck momificada en Marbella, pero con el chic de siempre, algo que no abunda en aquella milla de oro, ahora plagada de japoneses porque los árabes son muy mirados con el vecindario.
Apenas reconozco esa soleada tierra donde trabajé al menos veinte veranos. Era cuando diariamente teníamos el dilema de a dónde vamos esta noche. La temporada oficial la inauguraba en su piano bar el cumpleaños de don Jaime de Mora justo el Dia Nacional de Francia, l4 de julio, y los eventos, convocatorias y citas se sucedían ya sin interrupción, unos mejores que otros. Hay que añorar aquel jolgorio cinco estrellas, acentuado en tiempos de Gil y Gil, a quien le deben grandes obras urbanas además de bastantes desmanes, todo en su sitio.
No olvido la que se organizó cuando retiró el puterío del centro porque no le parecía de recibo tenerlas apoyadas en el cutre monumento a Jaime de Mora. Gil limpió la zona aparentemente y ellas se esparcieron en busca de faena. Un tiempo ido que volverá, no sé si con banderas victoriosas. Hoy día María Teresa Campos ya no acude a Marbella como cuando antaño llevaba hasta cuarenta pares de zapatos para la escapada costera. Lo exigía el entorno, donde nadie podía moverse sin tacones y tenía que estar perfectamente bronceada, como la mujer del alcalde Gil y Gil, María Ángeles Marín. Competía en color con Olivia Valère y era divertido verlas juntas componiendo un grupo clónico, semejante al que ahora generará el equipo que las revelará. Casi sin tiempo de reflexión, Makoke viene a ser como un juvenil sucedáneo del «gunileo». Su hijo, Javier Tudela, apunta maneras y sabe encajar en la nueva era, más centrada en la capital. Chillona y destemplada, pero resultona, Miriam Saavedra es otra de las nuevas del pelotón cinco estrellas. Gusta su aire aparentemente ñoño, ingenuo o de pensar en otra cosa.
¿Y qué me dicen de Charo Mohedano, que rompe moldes? Cabreó mucho estos días porque, creyéndose ilusoriamente sucesora de la gran Rocío Jurado, se escurrió en una cita donde iba de figura. Los plantó con todo el morro y no salen del asombro ante su mala educación. Más dispuesta está siempre su madre, Rosa Benito, un encanto como persona, que igual que otras se considera continuadora del estilo Jurado, siempre con una onda cayéndole en la frente ante el estudiado gimoteo de Anabel Pan-
toja. La tele es inagotable surtidora de nombres deseando figurar y viendo en «Gran Hermano» competir a Suso, Miriam Saavedra y Koala sentí nostalgia al compararlo con el vetusto «Un millón para el mejor», que hacían desde la barcelonesa Miramar, presentado por Joaquín Prat, con hechuras muy continuadas por su hijo, que cada día nos sorprende con nuevo peinado. En esta nueva ola pongo esperanza en un futuro mejor, o al menos igual, como el repeinado Darek o Mónica Hoyos, que tiene arte para sobresalir sin méritos. El relevo es fino y distinguido, no se puede pedirles mas.
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