Opinión

Las 19 estocadas de VOX

El gran problema de Andalucía no es la violencia de género ni el Día de la Reconquista sino los millones de parados y los que chupan de la teta de la loba del capitolio que engordó tanto que ahora no cabe por las puertas de San Telmo. Por algo los granujas saben latín. En eso tendrían que estar de acuerdo los tres partidos del cambio. Del género ya hemos hablado, sí, cosas que corregir. La sentencia de ayer del Supremo que condena a la mujer a tres meses y al hombre a seis, por el hecho de serlo, por una agresión mutua, es un ejemplo de que hay algo distorsionado. Será mi cabeza. De ahí al maximalismo de Vox, un océano. O un charco. No hay convenido un mínimo de agua para ahogarse. Uf.

Al fin algo se mueve que no pasa por Cataluña, me digo, mientras observo cómo pasan delante del bar, hombres, mujeres, niños, violentos, pacíficos, y fundamentalmente aburridos, con bolsas de unos grandes almacenes. Hasta que explotó el documento con diecinueve puntos que eran diecinueve estocadas a los que ansían el final de un régimen. Tendríamos que estar elaborando planes de empleo y soluciones educativas para que, como en su día afirmó Tejerina y la llamaron supremacista, la palabra hueca de moda, los niños de allí no salgan peor preparados. Pero no. Resulta que a la derecha, o lo que sea, le cae el premio gordo, cuando apenas llevaba una participación, y se enfada con el lotero.

Por un lado, Vox nos empacha de ideología, de una vez todas las toneladas que enterró Rajoy con las consecuencias que ahora sufre Casado. Hombre, pasito a pasito, suave, suavecito, que el motor se gripa y no llega a mayo. Que el 2 de enero estamos de resaca, no con el pendón de Isabel la Católica. Y por otro, Ciudadanos, que pareciera querer que a Vox se le hinche la «testosterona», en su papel de eunuco que llega virgen a su primer matrimonio de verdad, para no tener que explicar lo que estaba haciendo: repartirse las carteras, qué bonitas, pero sin el permiso de Vox. Oiga Marín, el hombre inexplicable, de aspecto tan ordinario que parece un holograma en un descansillo, lo que no quería, que si Abascal dice que no, está de nuevo en la cola de la urna. Va a resultar que el partido de centro es el PP, el de Casado no el de Moreno Bonilla. Vox quiere asaltar la Moncloa antes que una comunidad de vecinos. Como «performance» provocativa es divertida. Pero los andaluces no vivimos en «South Park». ¡La de cosas que tiene que contar Susana Díaz a la Esperanza de Triana!