Opinión

Torra en USA

Me puso sobre la pista el gran escritor y periodista Pepe Albert de Paco, al alertar vía Twitter que Torra, mayordomo servil del prófugo napolencito y autor de artículos dignos de cualquier antología sobre el racismo, anda por EEUU promocionando la ratafía y, oh, la república catalana que no existe, idiota. Parece que el amigo ha cruzado el Atlántico con nuestro dinero y le ha contado las virtudes cívicas del golpismo al alcalde de un pueblo de Idaho. Yo entiendo que todo esto, los viejecitos disfrazados de paramecio limón, los probadores de comidas, las danzantes alucinadas, y sobre todo los periodistas de editorial único, dé como risa, y la verdad resulta naturalísimo, pues parece diseñado por los Monty Python.

Pero el chiste muere cuando recuerdas que Torra también ha sido invitado por Martin Luther King Jr. Research and Education Institute para impartir en el Stanford Humanities Center de la Universidad de Stanford (California) una conferencia dedicada a los derechos civiles y la autodeterminación. Justo ahí termina la gracia. Cuando recuerdas que los sucesivos gobiernos españoles han caminado de perfil mientras los nacionalistas catalanes dedicaban sus días a enmierdar la reputación de todos. Estábamos seguros de que nadie creería a estos chiflados, o como me explicaba Teresa Giménez Barbat, «de que nadie en su sano juicio, y menos aún políticos instruidos, compraría tantas mentiras. Y fue un gran error».

Recuerdo al respecto la conferencia en Columbia, allá por 2015, del Astut. Artur Mas habló del colonialismo, dijo «We shall overcome», dijo «Yes we can» y citó al general Washington y al reverendo Martin Luther King y recordó las agresiones contra Cataluña de Felipe V en adelante, recordó la Guerra Civil, recordó sus ímprobos esfuerzos para modernizar este hosco país de cabreros y analfabetos, recordó que el pueblo catalán, el pueblo, el pueeeblo, era uno de los más antiguos de Europa. Tan añoso como el vasco. Tan vetusto y remoto como Panorámix y tan venerable como nuestros primos de Olduvai. ¿Saben una cosa? Nadie o casi nadie pio.

Antes al contrario el público aplaudía entusiasta la viscosa avalancha de trolas y Mas sonreía. Luego nos preguntamos por el cachondeo del juez belga, la fabulosa ministra alemana o los espeluznantes comunicados de esos frívolos politólogos estadounidenses que se declaran partidarios de primar los sentimientos xenófobos de algunos sobre el imperio de la ley y el respeto al juego democrático.