Opinión

Por qué me quité

Me preguntas por qué me quité. Qué provocó que me orillase de la izquierda tal como la entienden algunos en España y ahora vague huérfano. Podría darte mil perplejidades y traiciones. Esta misma semana, estos últimos días, tienes lo de Fernando Savater. Que en el periódico ABC y cuestionado por el partido Podemos durante el «garbage time» de la entrevista comentó que «tuvo 5 millones de votos» y «no creía yo que hubiera tantos tontos en España». De forma unánime los 5 millones o sus autoproclamados portavoces salieron a degüello. ¡En vez de agradecerle por disparar a bulto!: no puedes calificar de tontos a los que en pleno ejercicio de sus facultades votaron por un partido enemistado con la presunción de inocencia, la igualdad ante la ley, la redistribución de la riqueza entre los ciudadanos y los derechos políticos de todos. No puedes tachar de mentecatos a quienes jalean al Maduro de los opositores encarcelados y los periodistas purgados y los escuadrones de la muerte. No puedes dar por memos a los 5 millones que en nombre de bálsamos de Fierabrás como el «diálogo» y la «política» asumen que la democracia es otra cosa que la ley sin distingos por razones de cuna, renta o raza ni despachar como simples frívolos a quienes consideran que las reivindicaciones nacionalistas pueden asumirse como otra cosa que pura bosta. Sobre todo, no puedes leer los comentarios en redes sociales contra Savater, preso con Franco y amenazado de muerte por ETA, uno de los pocos intelectuales que tomó partido, partido hasta mancharse cuando en el 99,9% de sus actuales odiadores actuaba como un discreto comemierda, y no replantearte la situación límite, desesperada, agónica, de una izquierda en manos de inútiles y/o canallas. Que ha logrado el milagro de desactivarse a sí misma a base de abrazar todas las causas reaccionarias que encontraba. Del comunitarismo al velo. De la segregación por el sexo o la pigmentación a la homeopatía. De las campañas antivacunas y la reeducación de los herejes al masaje con final feliz que procuran a quienes riegan con sangre y fuego Venezuela mientras se cuentan por cientos los torturados y desaparecidos. Tontos, dice Savater de Podemos y sus votantes. Se me ocurren adjetivos bastante más precisos, bastante más amargos y sobre todo exactos para explicarte por qué me quité y lo solos que estamos.