Opinión
De padres e hijos
Escuchar a los padres que pierden a sus hijos siempre reseca el alma. Dice el padre de Julen que cuando cierra los ojos solo puede ver a su hijo. Lo verá siempre porque la memoria de la retina es eterna sobre todo cuando se la encierra y se ensombrece. La memoria flaquea algo más con las palabras. Escuchar críticas a los padres que han perdido a sus hijos y justificar esa diatriba por la única razón de poder hacerlo, también requema el alma y el cerebro. Hoy se comenta todo, se opina sobre todo, sin pensar, sin valorar, aunque no se tenga la información necesaria para hacerlo. Algunos muestran una frialdad emocional a la hora de hacer juicios de valor sobre los demás que sobrecoge. Casi nada nos impresiona, ni nos sobrecoge, ni siquiera el dolor o el sufrimiento ajeno y cuando lo hace, perdura un tiempo para luego dispersarse en el reproche y el enjuiciamiento. Y, sin embargo, un sábado por la noche ocurre el milagro y nos emociona escuchar al actor Jesús Vidal agradecer su premio Goya a Mejor Actor Revelación diciendo que le gustaría tener un hijo como él por tener padres como los suyos. Muchos se emocionaron al escucharlo en su boca pero rara vez sale de la propia. De repente unas palabras nos anestesian de ese virus que nos hace vivir en la permanente necesidad de criticarlo todo. Lo malo de los instantes cloroformizados es que duran unas horas. A ver cuánto tiempo subsiste el efecto analgésico del discurso de Jesús Vidal. Ojalá la memoria de la palabra dure tanto como la memoria de la retina.
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