Opinión
El pijo
No soy demasiado partidaria de circunscribir el problema del PSOE a Pedro Sánchez. Es verdad que Felipe González y los barones han salido en defensa del Parlamento en esta intentona de buscar una vía alternativa con el independentismo, pero también lo es que ya José Luis Rodríguez Zapatero la lio en Cataluña con el Estatut. Los socialistas tienen dos almas, una de ellas al borde de la Constitución.
Pero hay que reconocer que Sánchez supone una vuelta de tuerca, porque su antecesor socialista al menos se había sometido al voto de todos los españoles. Las posiciones extremas de Rodríguez Zapatero nos pusieron económicamente al borde de la quiebra, sin embargo estaban llenas de contenido. Me refiero a la obsesión por el feminismo y las políticas de género. Y a un federalismo que ya había desarrollado en sus tesis y que le hacía compadrear con ETA.
Sánchez, en cambio, no tiene contenido. Lo mismo le da a abrazar a los inmigrantes del «Aquarius» que rechazar a los del «Nuestra Madre Loreto». Tampoco tiene palabra, como saben los damnificados de su partido. Y es un mentiroso que copió la tesis y ahora se ha buscado una negra para publicar su hagiografía. Este niño pijo, que estudió en el Ramiro de Maeztu y vivía en el barrio militar colateral a la Castellana (en Comandante Zorita), ha repetido hasta la saciedad que proviene de una familia obrera del barrio Tetuán. Una persona así es un sujeto a la deriva, del que un país debe defenderse.
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