Opinión

Sánchez no estuvo aquí

El hombre que está donde no se le espera. Así define uno de sus antiguos y más cercanos colaboradores al todavía presidente del Gobierno. Una frase que aumenta las dudas sobre lo que toda la Prensa da por hecho: que hoy anunciará elecciones. Elecciones habrá, pero quien dice que a la fecha del 28 de abril no le pueden bailar los números. Sánchez es un todo imprevisible para el que lo excepcional es cotidiano. Es la estrategia del camaleón, cuando la capacidad de reinventarse es proporcional al desafío y se espera llenar los huecos que no ocupan sus contrincantes. En la modernidad líquida, Sánchez es un paradigma, por lo que puede triunfar ante una sociedad evanescente como el alma de un muerto. Revisen «Zelig», en la que Woody Allen se transformaba en decenas de personajes ya que no sabía quién era realmente. Hasta aquí hemos llegado. O no. No podemos creer todo lo que dice Sánchez porque mucho de su discurso es un «fake» comprensible para todo el mundo, así que si habla por boca interpuesta la prueba de la veracidad se complica. Mientras, arde en la pira de las diosas adivinas imágenes enigmáticas de un futuro no tan lejano. Los encausados en el juicio del «procés» ya preguntan que el indulto p’á cuando. Ya tiene una baza para el día después de los comicios. La bala de plata. Las cloacas revueltas, las vicepresidentas, la de ahora, y la anterior, alteradas como en un mala copia de una película de Almodóvar. El Consejo de Ministros convertido en una olla de recalentar recados. No se enteran, pero están en modo campaña. Antológica Dolores Delgado cuando llamó «trifálica» a las «derechas». Esto sí que es porno duro. El priapismo como una de las bellas artes. Ni Picasso.