Opinión

Pedro V

Refiriéndose al dictador nicaragüense Somoza, Roosevelt lo calificó afirmando: «Es un hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra». Somoza para remate ni siquiera entraba en la categoría de los dictadores que construían pantanos, autopistas o viviendas sociales. Se limitó a convertir la nación en un rancho donde robó todo lo que quiso y donde se vio apuntalado por los intereses de la política exterior de Estados Unidos. Todo esto me ha venido a la cabeza leyendo el extraordinario libro del exiliado Alexander Onischenko titulado Pedro V.

La verdadera historia del dictador ucraniano. El texto de Onischenko constituye una lectura obligatoria para conocer la realidad auténtica de Ucrania. Cómo, por ejemplo, la cacareada revolución naranja no aportó nada positivo a Ucrania más allá del cambio de unos oligarcas corruptos por otros.

Cómo Poroshenko, al igual que otros dirigentes nacionalistas, sólo se envuelve en la bandera ucraniana para poder enriquecerse mientras, al mismo tiempo, tiene una empresa extraordinariamente fructífera en Rusia – sí, en la Rusia a la que insulta a diario para satisfacer a los más fánaticos nacionalistas – y apareció en los Papeles de Panamá, una de esas naciones a donde se ha llevado el dinero arrancado a los ucranianos. Poroshenko es quizá la peor manifestación de lo que es Ucrania, pero no es la única. Onischenko describe más que documentadamente –hasta con grabaciones– como buena parte de los diputados ucranianos reciben sobornos por su voto, como no cabe esperar la menor justicia de los tribunales que archivan causas a golpe de dinero o de telefonazo de los poderosos y como la Agencia tributaria es utilizada como banda de la porra para acabar con disidentes.

De hecho, resulta común que existan tarifas millonarias para ocupar un lugar en las listas que garantice un escaño en la Rada. Todo esto es sabido en Occidente, donde el hijo del vicepresidente Biden realizó jugosísimos negocios con los corruptos políticos ucranianos. Sin embargo, a pesar de que es archiconocido, a pesar de que la rival de Poroshenko en las próximas elecciones es Iulya Timoshenko
–que ya estuvo encarcelada por corrupción– y a pesar de que Ucrania es una república bananera en el este de Europa, todo es consentido porque los nacionalistas ucranianos puede ser utilizados como un cuchillo dirigido al cuello de Rusia. En suma, Poroshenko es un dictador hijo de perra, pero es nuestro hijo de perra.