Opinión

Hacia la austeridad y otro rescate

El Gobierno de Pedro Sánchez está decidido a gastar todo lo posible hasta la víspera de esas elecciones que, si tiene razón el CIS de José Félix Tezanos, ganará por goleada, aunque su credibilidad está muy en entredicho. Por si acaso, el líder del PSOE quiere asegurar el resultado y cree que la mejor forma de hacerlo es aprobar, decreto tras decreto, incluso con el Parlamento disuelto, toda una serie de medidas de corte social-populista que había previsto en los Presupuestos que los independentistas catalanes tumbaron no muy convencidos, pero autopresionados por el inicio del juicio del «procés».

Los planes de «decretazos» del Gobierno coinciden con la última advertencia de la Comisión Europea sobre el déficit, la deuda, las pensiones y el mercado laboral. Las autoridades de Bruselas lamentan que el déficit estructural –mide el desfase entre ingresos y gastos en un periodo prolongado– no solo no baje, sino que vuelve a crecer. De hecho, el déficit estructural español ronda los 35.000 millones de euros anuales y los gobiernos anteriores
–los de Rajoy– contrajeron el compromiso con la Comisión Europea de reducirlo a cero antes de que llegue la próxima recesión, que llegará antes o después. Y, como ocurrió en 2008, el que el PIB todavía crezca no garantiza que la economía vaya bien.

Los periodos electorales distorsionan casi todo y todavía más en tiempos de «fake news» –noticias falsas– como los actuales, en los que algunos partidos ya se han organizado para utilizarlas durante la campaña. Gane quien gane, si el próximo Gobierno tiene una mínima estabilidad se verá obligado a realizar –ahora sí– un ajuste económico, salvo que encuentre una fórmula desconocida para multiplicar los ingresos, lo que significaría una subida de impuestos descomunal que sería contraproducente. Si los próximos no eligen la vía de una austeridad controlada o si son incapaces de adoptarla, el desastre está garantizado. España, por ejemplo, debe pedir prestados todos los años 200.000 millones –para pagar educación, sanidad, etc– y como dice José Carlos Díez, ex responsable económico del PSOE, descartado Sánchez, «eso nos hace muy vulnerables a sufrir otra crisis y otro rescate como en 2012». Olvida decir que ese rescate no sería de la banca, sino de todo el país, y eso significaría, entre otros sacrificios, bajadas de pensiones. Los partidos pueden prometer lo que quieran en la campaña, pero otro ajuste es inevitable y, si no se aplica, se abonará el rescate.