Opinión
La sequía que no cesa
La Guajira es una zona de Colombia en la que la sequía se agrava cada año. La tribu wayú lucha por preservar su entorno y achaca parte de la degradación medioambiental a la mina de carbón a cielo abierto El Cerrejón
Por Laura Negro Ferrari.
Yanira tiene un año, pero a penas pesa siete kilos y su mirada es triste. Está sentada en el regazo de su madre, parece molesta, se retuerce y se echa a llorar con desconsuelo. Tiene el pelo pajizo, los brazos minúsculos y la barriga hinchada, los signos de la desnutrición. Matilde López, líder de los wayú, la tribu indígena que vive en La Guajira (Colombia) mira a la niña con preocupación. En la comunidad de Mulujuchun han muerto tres niños menores de cinco años en el último mes. "Cuando se enferman no tienen medicinas ni hay seguimiento porque las clínicas están lejos", explica con pesar López.
Hace años que el cultivo de la tierra es imposible. El río Ranchería ha reducido la calidad y cantidad de su agua, tanto en la superficie como bajo tierra, desde que la mina de carbón El Cerrejón, una de las más grandes del mundo a cielo abierto, comenzara su actividad en La Guajira, "El río lo dejaron sequito. Llegó un momento en el que los indígenas tenían que profundizar hasta cinco metros bajo tierra en su lecho para sacar una gota de agua", dice indignada la líder indígena. Y la consecuencia más grave es que los niños mueren de hambre. Según registros locales, 14.000 niños han muerto de desnutrición en los últimos ocho años. La contaminación de la mina ha afectado de manera preocupante a la agricultura que pasó de representar el 40% del PIB de La Guajira en 1960 a menos del 5% en 2010. La empresa El Cerrejón asegura ser un "aliado clave para el progreso y el desarrollo sostenible de La Guajira" en su página web, a pesar de estos datos tan alarmantes y de la probable relación entre la acentuación de la sequía de la zona y la mina. Alardean de un uso responsable del agua, de la gestión integral de residuos o del control de la calidad del aire en el apartado de desarrollo sostenible.
Desde su llegada, El Cerrejón ha desviado dos arroyos y se han extinguido 17. Además, el agua está contaminada con polvillo de carbón y material residual. Los habitantes más privilegiados apenas cuentan con un litro diario de agua para su consumo. Esto contrasta con que en la mina se utilicen al menos 24 millones de litros de agua diarios para la extracción del carbón. Los wayú tienen que desplazarse hasta diez kilómetros en burro o a pie a pozos artesanales en donde el agua no siempre es potable o beber de charcas contaminadas. El Gobierno les tiene totalmente abandonados, sólo ONG como Manos Unidas o su socio local Fucai les ayudan con programas en defensa de los derechos de los pueblos indígenas. Gracias a la presión de estas organizaciones, 22 comunidades wayú reciben la visita una vez al mes de un camión cisterna que los abastece de agua. "Pero a veces fallan porque se dañan las llantas, no hay batería, no hay manguera o amaneció borracho el conductor. Por eso en nuestro proyecto se contempla que una persona acompañe al conductor del camión para asegurarnos que lleguen a su destino", explica Ruth Chaparro, Cofundadora de Caminos de Identidad, Fucai.
Los viejos del lugar recuerdan cómo eran las cosas antes de la llegada de El Cerrejón. "Había agua en los ríos, se cultivaban alimentos y crecían los animales. Ningún niño moría de hambre", asegura Abelardo, de la comunidad de Orrosko. A finales de los años 70 se instaló en la zona la minería a gran escala, y se construyó el ferrocarril. Para alojar la mina tuvieron que expropiarse miles de hectáreas de terreno donde se asentaban decenas de comunidades Wayú. Sus habitantes fueron desplazados por la fuerza, por un puñado de dinero o a veces, sin recibir nada a cambio. Hoy la actividad continúa. El Cerrejón extrajo 31,9 millones de toneladas en el año 2017.
El tren hace unos nueve viajes al día, siete días a la semana para sacar de allí el carbón. La mayoría es enviado en barcos a plantas de Europa donde se consume el 43% del carbón extraído. El método que se utiliza para la obtención del mineral, mediante explosiones controladas, provoca el hundimiento de la tierra y genera altos niveles de ruido y de polvo. Éste último es el causante de muchas enfermedades respiratorias que antes no se daban con tanta frecuencia en la zona. Todo el ecosistema que había en las 50.000 hectáreas del valle del río Ranchería se ha degradado. Su paisaje ha desaparecido y en su lugar sólo quedan unos cerros construidos artificialmente.
El Cerrejón paga 1,6 billones de dólares en impuestos y regalías. Los grandes beneficios que supone esta explotación continua de los recursos naturales del territorio no repercuten en sus habitantes. Los indígenas sólo ocupan los puestos más bajos y peligrosos en la compañía y el Gobierno colombiano no invierte el capital en mejorar la infraestructura de la zona. Los caminos son de tierra, no hay centros de salud en las comunidades indígenas y apenas se destina dinero a las escuelitas. "Yo a veces pienso que al Gobierno le interesa mantener a los indígenas en la ignorancia porque nuestras tierras son ricas en minerales. Están pendientes de extraer nuestro carbón y regalar los recursos a las multinacionales sin que nadie se queje", asegura Matilde.
La mayoría de los líderes indígenas que protestan para que se respeten los derechos humanos de los indígenas están amenazados de muerte por una organización que se hace llamar Águilas Negras. Es el caso de Matilde López, que fue víctima de un atentado fallido en septiembre de 2018. "Tengo miedo y no por mí, sino porque una tiene hijos y no le gustaría dejarles solos", dice. Pero a pesar de todo, su mirada delata determinación. Seguirá luchando y denunciando todas las injusticias que sufre el pueblo wayú aunque suponga un peligro para su vida.
La descarbonización del modelo energético en España
La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero marcada por la Unión Europea pasa por un profundo cambio del modelo energético en España. La eliminación del uso del carbón es uno de los puntos necesarios y que ya está en marcha. Con la llegada de 2019, 26 explotaciones mineras ubicadas en Aragón, Castilla y León y Asturias han cerrado o lo harán a lo largo de 2019. Pero esto no significa que se haya dejado de utilizar el carbón, que se importa de países como Colombia o Rusia. En la actualidad, quedan 15 centrales que queman carbón para generar electricidad. Nueve de ellas cerrarán en el próximo año y medio o al menos esa es la intención que han manifestado sus dueñas. El objetivo es conseguir la producción de electricidad sin emisiones como parte del plan de reducción de las emisiones de un 80 a un 90% en 2050.
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