Opinión

Cayetana

Tardé en seguir los artículos de Cayetana Álvarez de Toledo. Grave error. En cuanto lo hice quedé deslumbrado. Pocas personas escriben hoy en España con la lucidez, la valentía, la generosidad y el coraje de la marquesa de Casa Fuerte, hija de un combatiente de la resistencia francesa contra los nazis durante la II Guerra Mundial, discípula de John Elliott en Oxford y deslumbrante portavoz de Libres e Iguales. No invento nada ni exagero si afirmo que estamos ante una de las personas que más y mejor ha defendido la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el combate contra la enfermedad identidaria, la desinfección de los excesos sentimentales que atoran nuestra realidad política, la urgencia de explicar que el país es de todos y nadie puede parcelarlo sin contar con el resto y, «last but not least», la denuncia de las imposturas intelectuales que agitan los enemigos de la razón. Sus tribunas sobre Cataluña, sus radiografías del fenómeno populista a izquierda y derecha y las crónicas que ha dedicado a una Venezuela en descomposición relucen como trallazos de gran periodismo. La presentación de su candidatura, anclada en la meritocracia y en la defensa de los valores constitucionales, ha provocado el inevitable rechazo entre los aldeanos del hecho diferencial los druidas resabiados de la basura étnico-lingüística. Le reprochan que escriba Generalidad. Desconocen que solo traduces aquello que amas. Nueva York por New York, Casa Blanca por White House o Florencia por Firenze. Bien está que ladren los analfabetos de guardia. Me preocuparía si no lo hiciesen. Entiendo peor cómo resolver la hipótesis de que el PP pacte con Vox. Como ella misma ha señalado, las tácticas de contención no funcionan con la hidra populista. «Sólo los que, frente al sokatira identitario, defienden la supremacía del individuo merecen respeto y apoyo». Resulta probable que la suma de PP y Ciudadanos, dando por hecho que el PSOE sigue en caída libre, no dé para alcanzar la Moncloa. Pero mejor una derrota sin quemar las naves ni blanquear la demagogia que una victoria temporal del brazo del enemigo nacionalista, que hoy puede ser españolista y mañana, como antes González y Aznar con Pujol, catalanista o discípulo de Sabino Arana. Ojalá que Cayetana Álvarez de Toledo, gran baluarte frente al panal xenófobo y sus zánganos, valiente y radiante Marianne volteriana, nos ayude a conjurar la peste.