Opinión
Desde el sofá
El sofá es uno de los grandes inventos civilizatorios. Permite soñar, conversar, querer, beber, viajar. Permite, sobre todo, arreglar el mundo cómodamente arrullado en el cuarto de estar de la propia casa. Salvar el mundo nunca había sido tan fácil como ahora. Uno está confortablemente sentado y de golpe ve algo en la tele que le indigna y le revuelve las entrañas. Entonces uno se levanta, toma el móvil, entra en twitter y lanza el anatema contra el personaje o la situación que le ha soliviantado. Después de esta acción heroica, uno puede seguir cómodamente recostado y soñando desde el sofá. Esta semana, mientras me llovían todo tipo de pedradas verbales por twitter, me venía a la cabeza esta reflexión sobre los héroes de sofá. Al llegar el viernes por fin a mi casa de Santpedor, en el corazón de la Cataluña independentista, rodeado de lazos amarillos, me asaltaban los recuerdos. Evocaciones de los años duros del «procés». Memorias de 2014 y 2015. Recuerdos también de cómodas butacas, en las que una y otra vez, los ahora indignados nos daban palmadas en la espalda y nos decían condescendientes que éramos unos «exagerados», que veíamos las cosas «sin perspectiva» y que «el souflé está bajando». Las palmas de antes se habían convertido ahora en pedradas. El resultado era el mismo: más allá de las palabras, ningún compromiso efectivo con España. Me venían a la memoria, como zarpazos, los momentos fundacionales de Societat Civil Catalana. Gente valiente. Personas idealistas. Algún día se escribirá esa historia. Catalanes que queríamos con todo el corazón a nuestra tierra y que, al mismo tiempo, poníamos esa misma pasión al servicio de España. Estábamos solos frente al tsunami independentista, frente a la hegemonía cultural y política del nacionalismo. Algunos todavía llevamos las cicatrices de las campañas que montaron en nuestra contra. Tuvimos buenos amigos. En Barcelona, en Cataluña y en toda España. Verdaderos patriotas, conocidos y anónimos, que colaboraron para levantar un valladar de fraternidad frente a la división. A ese instrumento de unidad le llamamos SCC. Es el mismo compromiso con Cataluña y con España que tuvimos entonces, es el mismo patriotismo cívico e inclusivo, el que ahora nos invita a iniciar una nueva etapa en este proyecto. Un nuevo tiempo con un mismo fin: lograr una Cataluña fuerte y plural en una España unida. Relanzamos SCC con la misma firmeza frente a la imposición nacionalista que teníamos en 2014. Este jueves denunciamos a Torra ante el TSJC por desobediencia. Y al tiempo queremos pasar de ser muro de contención a camino de esperanza. Queremos hacer un relato de Cataluña y de España por el que puedan sentirse atraídos una inmensa mayoría de catalanes. Es la forma de recoser España y la sociedad catalana. Nos equivocaremos muchas veces. Toda crítica será bienvenida. Pero no admitiremos lecciones de los héroes de sofá. Lo podrían hacer mejor que nosotros si se movieran. Pero nunca nos ganarán en lealtad y compromiso con Cataluña y con esa gran tarea cívica que se llama España.
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