Opinión
Iceta
Ayer domingo tenía lugar en Tarragona un acto de precampaña a cargo de los socialistas que no pasaba por ser uno más. Cualquier presencia de líderes nacionales en este territorio adquiere especiales connotaciones por razones que a nadie se le escapan, pero en esta ocasión la llegada de Pedro Sánchez para ejercer de «prima donna» en el mitin organizado por el PSC junto a sus candidatos a generales y municipales venía precedida de esa polémica a propósito –ya saben– del ¿tiro en el pie? que el líder de los socialistas catalanes supuestamente le disparo al candidato a seguir en la Moncloa con sus afirmaciones situando en un determinado porcentaje de adeptos al independentismo –65% en este caso– la vía libre para una «solución». Ayer Sánchez defendió la Constitución...pero también defendió y con no poco entusiasmo a Miquel Iceta contra «los ataques de derecha e independentismo».
Llegados pues a este punto y aún siendo cierto que desde el PSOE pretendiera zanjarse con la mayor rapidez la polémica sobre las declaraciones de Iceta, también lo es que la contundencia de algunos miembros del gobierno sobre su falta de oportunidad no se correspondió con inquietud alguna por parte del más íntimo, duro y reducido núcleo real de decisión en la línea estratégica marcada sobre Sánchez. Y es que, sobre el voto socialista catalán cuando toca ir a elecciones generales no caben en términos reales dudas. Rodríguez Zapatero consiguió el vuelco frente a Aznar en 2004 –«11-M» al margen– gracias a los escaños obtenidos por aquel PSC de Carme Chacón y hoy, aunque la realidad es distinta en nombres y situación, algunos datos parecen palmarios, como la inclinación de una amplia mayoría de la sociedad catalana, más allá del bloque independentista, hacia la búsqueda de soluciones que siempre terminan por converger en la palabra «consulta», cosa que demoscopia en mano viene siendo un hecho guste más o guste menos, e incluso y a diferencia del resto de España, una «comprensión» hacia posibles medidas de gracia desde el ámbito político hacia los dirigentes juzgados por el «procés» de darse una sentencia condenatoria especialmente dura. Tal vez por ello la mayoría de encuestas si coinciden en esta ocasión con el «rasca y gana» del CIS de Tezanos a la hora de situar al PSC como beneficiario de un crecimiento y en consecuencia recuperando la condición de primera fuerza en unas elecciones generales en Cataluña.
Iceta es un político que, a la hora de manejar su lengua, primero dispara y después pregunta y eso a veces no ofrece dividendos, pero no cabe engañarse sobre algunos muy puntuales y oportunos repartos de papeles que en el caso de PSOE y PSC casi siempre se han interpretado a satisfacción. De cara al «28-A» y contemplando a sus dos tradicionales «graneros» de votos, las «sibilas» de Ferraz están bastante más confiadas en la respuesta de la formación de Iceta que en lo que pueda suceder en la Andalucía de Susana Díaz cuyo «tomo nota» no deja de deslizar un permanente y perceptible escalofrío sobre la cerviz de Sánchez. Veremos.
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