Opinión

Fue histórico

Corría 1974 y un joven cronista de rock and roll asistió en Cambridge, Massachusetts, a un concierto que le voló los sesos. El muchacho, Jon Landau, escribiría a los pocos días en el periódico underground de Boston, «The Real Paper», que había visto «mi pasado en el rock ‘n’ roll pasar en un flash delante de mis ojos. Y vi algo más. Vi el futuro del rock and roll y su nombre es Bruce Springsteen. Y en una noche en la que necesitaba sentirme joven, me hizo sentir como si estuviera escuchando música por primera vez». Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento de unas elecciones infames, yo habría de recordar aquella cita cuando abandonada ya toda esperanza aparecieron dos damas.

La primera, Cayetana Álvarez de Toledo, vestía un jersey mohair limón. Hablaba con la pedagógica facilidad y la avasalladora franqueza de un orador que tuviera un cerebro digno de Albert Camus. La segunda, Inés Arrimadas, exhibe el desparpajo de una partisana muy curtida en la guerra contra el fascismo y desarbola a sus rivales con una elocuencia solo al alcance de los mejores oradores. Entre las dos se sobraron para entregar los mejores minutos televisivos del año. El resto de los contertulios, de un podemita que cuando tartamudea pide la autodeterminación de Cataluña, a un malencarado portero de discoteca, permanecía entre arrasado y grogui. Una tal Laura Borràs, vestida como de niña ridícula y grande, escupió a Álvarez de Toledo, nacida en Madrid, que «usted nació en Argentina y decidió ser española». Pueden imaginar la carnicería. Aunque lo mejor del debate fue el principio. Cuando las candidatas del PP y Ciudadanos trituraron los andamios de Aló presidente. A la primera le acaban de pinchar un vídeo descontextualizado.

Respondió que «en estos tres años han pasado cosas muy importantes, y la primera es que ha habido un golpe de Estado. Yo también creo que Cataluña vive una grave anomalía democrática (...) y un ejemplo también de esa anomalía es usted, señor Sanchís [Vicent Sanchís, director de TV3], usted es jefe de esta casa, moderador de este debate, y usted está procesado por desobediencia en una operación de asalto a la legalidad constitucional». A continuación Arrimadas le recordó que «no sólo está procesado por desobediencia, sino que está reprobado por el Parlamento desde 2017». Acto seguido le entregó una carta de dimisión. Fue histórico.