Opinión
Un presidenciable en mi cama
Llegó la traca final en la «fiesta de la democracia». La jornada de ayer culminaba una auténtica francachela electoral dilatada durante semanas hasta la pasada noche y como suele ocurrir en algunos de estos casos, la mañana del «día después» nos brinda un compañero de cama con la peculiaridad de haber sido elegido tan solo hace unas horas, en una decisión que ya no tiene carácter reversible. Los españoles hemos optado por dar recorrido a Pedro Sánchez en La Moncloa, toda la confianza al líder socialista para formar gobierno. La opción del pacto con Ciudadanos es real, pero Rivera ya enfila su particular batalla por liderar la derecha tras un descalabro del PP que deja el proyecto de Casado fuera de pista en la política española. Habrá ruido de puñales silbando. Podemos a pesar de menguar cumplirá su expectativa de entrar en un gobierno Sánchez, tal vez porque los aires de Galapagar han arrojado toneladas de pragmatismo y otra manera de «asaltar los cielos». El independentismo será más numeroso pero tal vez menos decisivo en Madrid y VOX entra en el Congreso, como ola no como tsunami. Lo que podemos dar por garantizado es el gran festival del postureo que arranca desde hoy lunes a la hora de marcar posiciones post electorales. Un postureo cuya razón de ser no pasa tanto por desestimar lo que las matemáticas ya anoche atisbaban como más que probable entre las variantes de mayorías posibles, como por evitar las cartas boca arriba de la preferencia negociadora a tan solo 28 días para la otra gran cita electoral con el poder territorial del país en juego. Siendo cierto que antes del 26 de mayo unos y otros habrán de retratarse en el primer gran pacto por la composición de la mesa del Congreso, también lo es que, a pesar de la justificación a propósito de facilitar los trabajos del nuevo Parlamento, la composición de su órgano de arbitrio tendrá mucho, por no decir todo que ver con la mayoría que gobierne el país en la próxima legislatura. Con independencia de si la montaña acabará pariendo en forma de gobierno un ratón o un pura sangre con recorrido, pasados los fastos electorales y según se vayan eliminando los gases que produce la continua oratoria, lo realmente acuciante son las asignaturas pendientes cuya aprobación en algún caso ni siquiera puede esperar al medio plazo. De entrada, una desaceleración de la economía que acecha en forma de datos como el conocido este pasado jueves mostrando un frenazo a la creación de empleo que nos devuelve a niveles de 2013. De otro lado, la persistencia del órdago secesionista en Cataluña con renovada presencia en el Congreso de unos escaños tentados de chantajear al nuevo Gobierno desde las terminales de Waterloo y de una «carpeta de Pedralbes» con lazo amarillo y sus 21 puntos, que tal vez no duerma en un cajón tan perdido. Cataluña, la economía y la recuperación de la fortaleza del Estado incluido el incuestionable papel de la Corona son los grandes miuras por torear del próximo Gobierno y, aunque solo estemos en el «día después», Pedro Sánchez sabe que es a él a quien de forma especial y desde hoy mismo toda España está ya mirando.
✕
Accede a tu cuenta para comentar