Opinión
Una fiesta de Madrid para celebrar la nación
Al genial Francisco de Goya debemos el haber inmortalizado dos escenas de los hechos trascendentales que los madrileños celebramos el Dos de Mayo: la carga de los mamelucos del general Murat en la Puerta del Sol contra los patriotas levantados contra el invasor y el fusilamiento al día siguiente de algunos de estos patriotas en la Montaña del Príncipe Pío. Los dos grandes lienzos se custodian en ese gran museo de la Historia de España que es el Prado, del que conmemoramos este año el bicentenario.
La tensión que reflejan los dos cuadros de Goya nos evocan la inmediatez de las instantáneas capturadas por los modernos reporteros gráficos. Y, sin embargo, el artista de Fuendetodos no pintó sus lienzos hasta 1814, cuando escribe al regente, el Infante don Luis de Borbón, para expresar «sus ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa».
Si he empezado a hablar de Goya y de ese tesoro de la Humanidad que es el Museo del Prado para escribir sobre el Día de la Comunidad de Madrid es por una razón muy simple: porque los madrileños tenemos el privilegio de entroncar nuestra realidad autonómica, aquí y ahora, con el legado histórico de la fecha fundacional de la Nación de ciudadanos libres e iguales que es España.
Ayer no celebramos el Dos de Mayo por el mero hecho de recordar un suceso histórico, sino para renovar el compromiso patriótico con todos los españoles que los madrileños alzados contra los invasores encarnaron en 1808. Es el compromiso con la continuidad histórica de España, con el respeto a la ley, con el acatamiento de la voluntad del pueblo español como soberano de sus propias decisiones, con la defensa de la libertad y los derechos humanos como fundamento de nuestra convivencia y con el afán de seguir trabajando por una nación cada vez más prospera y más justa.
Todos y cada uno de estos compromisos están recogidos en la Constitución de 1978, de la que emana nuestro Estatuto de Autonomía de 1983, y han sido siempre la guía de todos los que han entregado y siguen entregando su esfuerzo a la mejora de la calidad de vida de los madrileños desde la Administración autonómica, bajo gobiernos de todo signo. He tenido el privilegio de compartir muchos años de mi dedicación política con los funcionarios y empleados públicos de la Comunidad y puedo dar testimonio de ello. A todos ellos quiero felicitarles muy especialmente en esta fiesta de nuestra región.
Desde la lealtad a la historia de nuestra gran Nación, desde la fidelidad a los principios de la España constitucional, Madrid representa hoy un buen ejemplo del éxito de nuestro marco de convivencia en libertad y concordia. No es por casualidad que seamos la región líder en crecimiento y en empleo, con uno de cada cinco puestos de trabajos creados en España y con la atracción del 85% de las inversiones extranjeras que llegan a nuestro país. Y tampoco es casualidad que seamos la Comunidad que más presupuesto dedica a políticas sociales, 9 de cada 10 euros. Todo ello siendo la región en la que los ciudadanos pagan impuestos más bajos y la que más aporta a la solidaridad con el resto de España.
Los madrileños no hemos perdido el tiempo en inventarnos un pasado para tratar de imponer un proyecto identitario excluyente que lleva a la confrontación y el empobrecimiento. Hemos preferido dedicar nuestras energías, dentro de la lealtad a la Nación, a inventar el presente de progreso y bienestar, integrador y abierto, del que disfrutamos. Tenemos por delante un reto apasionante, y queremos afrontarlo hombro con hombro con el conjunto de los españoles: fortalecer el futuro de España para que sea cada vez más próspera, más justa y más solidaria.
Por eso, los madrileños tenemos muchos motivos para celebrar el Dos de Mayo.
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