Opinión

Sin Vox no son nada

Amaral canta una preciosa canción, que hace unos años ocupó varias veces el número 1 de las listas de éxitos, recibiendo el Premio Ondas. «Sin ti no soy nada» es su título. Dice la letra «Mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada, porque yo sin ti no soy nada».

Fue en una entrevista en el diario «Público», a finales de 2017, dónde el líder de la banda «Los Chikos del Maíz» (el grupo favorito de Pablo Iglesias y de todos los podemitas), acusó de machismo la canción de Amaral, al igual que la letra «Toda» de la cantante Malú («Toda, de arriba a abajo, toda, entera y tuya, toda, aunque mi vida corra peligro», dice su estribillo). La imposición del nuevo relato, políticamente correcto impostado por el izquierdismo y el feminismo radical, ha provocado que la letra del dúo aragonés haya sido criticada por su componente «machista», llegando a ser censurada en el programa educativo del Gobierno de Navarra. La censura bolivariana funciona y el fantasma de VOX ha recorrido España en este periodo electoral clave para el futuro de nuestra patria, y es que el pánico a VOX ha centrado el discurso político, con la tragedia que vivimos en Cataluña de fondo.

Por un lado, las izquierdas han sabido utilizar el miedo a la «extrema derecha» de VOX para movilizar al electorado de izquierdas y nacionalista, la preocupación de repetir el pacto del «trifachito de Andalucía». El nuevo gurú mediático de la izquierda radical, director de «eldiario.es» Ignacio Escolar, proclamaba satisfecho la derrota de los «fachas» en las elecciones del 28-A: «se han llenado las urnas de votos contra el racismo, contra el machismo, contra el fascismo y contra esa visión de España en la que solo caben unos pocos». Por otra parte, las derechas españolas también han sentido el pánico a VOX, con un «Ciudadanos» que ha luchado para frenar la fuga de votos hacia la derecha con sus propuestas de veto a Pedro Sánchez, el desembarco de Inés Arrimadas en el Congreso; con un PP acomplejado bajo el titular de la «derechita cobarde».

«Los días que pasan, las luces del alba, mi alma, mi cuerpo, mi voz no sirven de nada. Porque yo sin ti no soy nada», canta Amaral. Efectivamente, sin VOX la política española no ha sido nada, de hecho, lo ha sido todo. Pero yerran todos en su análisis. Realmente no es VOX el motivo de la tragedia que sobrevuela España, sino Catalunya.

Manuel Azaña reflexionaba en el libro «Mi rebelión en Barcelona», tras el golpe separatista de octubre de 1934: «Yo he sostenido siempre que el problema de Catalunya, tal como históricamente lo habéis conocido vosotros, era el primer problema español, en el orden público el más importante, el más urgente y el que, de ser resuelto, podía traer al país fecundos resultados». Termina la canción de Amaral: «En lo más cierto y profundo del alma, sin ti no soy nada». No es VOX, es Catalunya. Y la estamos perdiendo.