Opinión

Una IKEA a la izquierda

Nuestro escenario político no está completo si dejamos como desperdicio informativo el fracaso de Syriza en las elecciones europeas griegas y el anuncio de Tsipras de adelantar las generales. Syriza es el heraldo europeo de Podemos, encaramado democráticamente al poder gracias a la inoperancia de la derecha y la socialdemocracia griegas. Es de lamentar el olvido de Varoufakis, aquel ministro de economía de Tsipras, niño bien y mejor matrimoniado, que dio por finiquitado el poder de la troyka europea. Hemos perdido algunos años propainándole pellizcos de monja a Iglesias y sus podemitas a cuenta de sus curiosidades contables con el chavismo o el fundamentalismo iraní cuando nos bastaba observar la amargura griega traída por Tsipras que exhibe como bandera intelectual de izquierdas el no haber usado jamás corbata. Iglesias y sus cambiantes cúpulas utilizan materiales de derribo procedentes del marxismo, el comunismo, el populismo, desacreditados pero simples, tal como IKEA nos ofrece soluciones simples y asequibles para el moblaje de hogar aunque inoculen el minimalismo en lo que entendemos por estética y confort. Abdujeron a IU absorbiendo el pecio comunista y su jefe parece tener claro que su supervivencia pasa por una coalición gubernamental con el PSOE de Pedro Sánchez que ya ha adelantado que la gubernamentalización de Podemos no place a Coalición Canaria, como si eso fuera determinante. Es como no recibir porque al portero no le gusta la visita. Podemos y su macho-alfa atraviesan otro puente sobre aguas turbulentas y una tembladera electoral inestable a medida que se conoce su gestión donde la hayan ejercido, como en Madrid. Como sus hermanos griegos, están y perdurarán en su caída utópica a la distopía, pero parece que, como los griegos, los españoles les van tomando la medida.