Opinión

La Feria del Libro

Hoy se inaugura la Feria del libro de Madrid. Es una de las mayores celebraciones del libro que se celebran en el mundo, y lo viene haciendo desde 1933. Aunque no siempre se levantó en el Parque del Retiro, el Retiro es ya, y desde hace muchos años, su escenario natural. Cualquier otro cambiaría su sentido, la desnaturalizaría y acabaría con lo que significa. Para los libros, para los lectores, para la industria editorial y para Madrid.

Y sin embargo, es lo que se ha intentado hacer este año por parte del «Ayuntamiento del cambio». De haber podido hacerlo, la habría enviado al recinto de IFEMA. Allí se habría convertido en un evento, como se dice ahora, profesional. Nada habría tenido que ver con el carácter eminentemente popular y familiar, de contacto entre los autores y los lectores, y de conocimiento de los editores por parte de estos últimos.

Ahora que vivimos en un mundo digitalizado y abstracto, la Feria del Libro madrileña permite a los editores presentar al público su fondo casi completo, y en muchos casos completo. A los autores, hablar con quienes les siguen y a los libreros, que muchas veces intentan sobrevivir en un entorno difícil, darse a conocer de otra manera. Es un esfuerzo, sin duda, y a veces, sobre todo para los libreros y los editores pequeños, un esfuerzo serio. Poca gente, aun así, deja de participar. De ahí las protestas que se han producido al reducirse este año la Feria en cien metros. ¿El motivo? Una supuestas amenazas para el parque que ningún estudio avala.

El desprecio hacia la Feria del Libro de este Ayuntamiento viene de lejos. El año pasado, por ejemplo, no hubo inauguración oficial. Debería ser al revés. Por volumen de negocios, recuperado tras la crisis, por tradición ciudadana –porque los madrileños sienten la Feria como algo propio– y por proyección, también internacional, de un acontecimiento único, que atrae a Madrid a autores de todos los países, y no sólo hispanoamericanos, que es el ámbito natural de la Feria. Lo único que el Ayuntamiento de Carmena ha pensado, sin embargo, es limitarla, obstaculizarla... fastidiar. Así que ya sabe lo que tiene que hacer el nuevo Ayuntamiento, el del cambio del cambio: dejar atrás las mezquindades, las miserias ideológicas, la ignorancia, la vagancia estructural, y ponerse a trabajar por los madrileños... y su Feria del Libro.