Opinión

Oasis de honor

Asistí el pasado sábado a un bellísimo acto militar en la Academia de Infantería de Toledo. Ante la formación de alféreces, cadetes y aspirantes a suboficiales, juraron lealtad a España, a la Constitución y la Bandera más de ochocientos civiles, mujeres y hombres, otoñales y jóvenes, que contribuyeron con sus emociones individuales a la emoción general de un acto perfecto. Presidió el Presidente de Castilla-La Mancha, el buen socialista García-Page, junto al Teniente General del Mando de Adiestramiento y Doctrina y el Coronel Director de la Academia de Infantería. Y entre los invitados, representantes del PP, de Ciudadanos, de Vox y del PSOE, todos allí reunidos, disfrutando del oasis de decencia que se regala en los actos militares. Las palabras que el Coronel Director, Francisco Javier Marcos, dedicó a los jurandos, se oyeron breves, estrictas, e inspiradas y sostenidas en el humanismo patriótico de los grandes soldados.

La Corporación Municipal de Toledo, casi al pleno. Allí, mi gran amigo Paco Vañó, concejal y diputado del PP, parapléjico desde hace 30 años por un accidente de carretera. Sentido del humor cimero. Escribió un libro, que tuve la fortuna de prologar, en el que anima a los que sufren similares impedimentos físicos, a que se quiten la silla de ruedas de la cabeza, y no del culo. En un restaurante, el «maitre» se dirigió a la mujer de Paco para pedirle la comanda, y posteriormente le preguntó «que deseaba comer su marido». Y Paco saltó con su voz rotunda: –Oiga, que soy parapléjico, pero no mudo–.

No había ningún representante del comunismo. Ni de Garzón ni de Iglesias. Ello contribuyó a la brillantez, la armonía y el buen ambiente de la Jura de Bandera. Y tampoco asistieron delegaciones de los partidos separatistas, porque la perspectiva de Toledo desde la Academia de Infantería es tan asombrosa, que hasta los separatistas más paletos y aldeanos pueden sentirse por unas horas, españoles. Y todo menos eso. Se le escapó a un borono del PNV al llegar al monasterio del Escorial en el Funeral de Estado de Don Juan De Borbón. Al ver la asombrosa estructura del monasterio, exclamó: –¡Joder, pues hay que reconocer que éste edificio merece la pena!–.

Ya que José María Aznar, para complacer al gran ladrón y jefe de la banda de los Pujol –y de la alta burguesía catalana, tan cobarde como interesada y cómplice–, eliminó el Sevicio Militar, bueno sería que los partidos constitucionalistas animaran a sus militantes a asistir a un acto de estas características. España se mete por las venas de todos los asistentes. Los que mandan han renunciado a los bienes materiales y jurado que darían su vida en defensa de España. Y los que obedecen han asumido el mismo compromiso de decencia y heroísmo de sus mayores. Y todo ello, con una cortesía, una educación y un saber estar y recibir como sólo demuestran, con plena naturalidad, los militares. El borono del PNV, después de asistir al acto, diría: –¡Joder, pues hay que reconocer que estos militares merecen la pena!–.

En pocos días, las damas y caballeros alumnos de la Academia, al mando de su Coronel, serán los principales protagonistas del Día del Corpus en Toledo, un prodigio de emoción y estética. Con ellos, la «descomunal alhaja» según Pérez-Galdós, la custodia que guarda la Sagrada Forma, encargada por el Cardenal Cisneros al orfebre Enrique de Arfe en el siglo XVI. Mas de dos metros de arte en oro, plata y piedras preciosas. Las calles de Toledo engalanadas por sus vecinos con los reposteros que se guardan año tras año, desde siglos atrás, para acompañar la procesión del Misterio. El borono del PNV, ante la maravillosa custodia exclamaría: –Joder, pues hay que reconocer que los españoles, en cuestiones de custodias, no lo hacen del todo mal–. Y en las calles de Toledo, sus infantes.

Oasis de decencia, de patriotismo, de lealtad, de sacrificio y de honor. Una lástima que muchos españoles idiotas hayan renunciado a conocer a sus mejores compatriotas y sus lugares más privilegiados por el Arte y la Historia.

Oasis de decencia y honor.