Opinión
Los derechófobos del Orgullo
Van predicando igualdad, incluso discrimación positiva, escupiendo sobre los que consideran que no son de su cuerda política, lo que, al cabo, se antoja el mayor atentado a la libertad de expresión, tan aberrante como los que consideran que hay que consultar la homosexualidad a un especialista. Quieren que en un día para la reivindicación y el divertimento, el petardeo de cuero y lentejuela, se abra un campo de concentración para los gays de derechas y de centro, he ahí a Ciudadanos, rechazado por sus pactos a la diestra donde está Vox.
Los organizadores de la marcha del Orgullo de Madrid emulan así a las neofeministas, ungidos con la capacidad de veto a quienes no piensen exactamente como ellos. Los matices son para los garrulos. Lo siguiente será exigir un certificado del voto secreto. De tal manera que Maroto, del PP, tendrá menos derechos que Jorge Javier Vázquez, que pidió el sufragio para Pedro Sánchez, o que Almodóvar, que suplicaba elegir a Carmena. Ya no les une su orientación sexual en esta mística bacanal que exige pasarlo bien y que cada uno elija a quién mete en su cama. La Ciencia ha intentado explicar sin éxito en qué lugar del cerebro residen estos deseos sexuales. Se quedó en el hipotálamo. Los de la manifestación, sin embargo, han encontrado con asombrosa facilidad zonas de sombra en la mente humana que conviene extirpar. Habría que consultar con la güija a los mártires de la causa LGTB, los Harvey Milk o Matthew Shepard, si no sería mejor sumar a todo el que quiera hacerla visible que arrinconarlos en «Playa abandonada» mientras sus amigos lo celebran en la «Playa de los señores» de «Supervivientes».
El movimiento, que un día estuvo en la vanguardia de la digresión y la polémica, se vuelve primero acomodaticio, con su «play list» del festival de Eurovisión, y luego facha, que no es el estereótipo de gomina en el pelo sino dentro de la cabeza. Las moradas del castillo interior, siguiendo a Santa Teresa. Óscar Wilde, tan clasicista él, tan esteta que abominaría de las plataformas, haría buena comedia de este vodévil con plumas del que estaría desterrado, condenado a escribir desde la cárcel otro «De profundis» por su compartamiento desordenado según estos neovictorianos en taparrabos. Presenten un partido político en lugar de llevarse a los errejones heterosexuales de mascotas. «Hermanos, yo no os creo», propongo de lema para una de las pancartas al paso de «trans» de escaparate.
✕
Accede a tu cuenta para comentar