Opinión

Navarra

El pasado martes nos reunimos en Pamplona, el presidente de Societat Civil Catalana; el presidente de Societat Civil Balear, Tomeu Berga; el presidente de Societat Civil Valenciana, Fernando Mut; y la presidenta de Sociedad Civil Navarra, Elena Sola. El objetivo central era trabajar en común para la defensa del Estado de Derecho y la democracia, y concluimos con la exigencia de la formación de gobiernos constitucionalistas para evitar la dependencia de las fuerzas independentistas. Las cuatro entidades constitucionalistas trabajamos desde la transversalidad y con la única meta de defender la unidad de España. El objetivo básico que nos propusimos fue el de evitar en primera instancia que el nuevo gobierno de España como los futuros ejecutivos municipales y autonómicos puedan pactar con aquellos partidos políticos que se caracterizan por actuar al margen de la ley y, por tanto, en contra del sistema democrático. El futuro debe pasar por la aprobación de amplios pactos firmados por representantes que crean en la separación de poderes, que fomenten la convivencia y la concordia y que tengan la clara voluntad de gobernar para el conjunto de la ciudadanía.

España es un Estado democrático y los partidos políticos han de tener la obligación de protegerlo y preservarlo. Por este motivo, no sólo es imprescindible que los gobiernos no dependan de aquellos partidos que pretenden romper el orden constitucional, sino que, además, los ejecutivos deben actuar con la máxima contundencia ante cualquier intento de golpe de Estado o alteración del marco legal.

Para ellos es necesario articular de nuevo, de forma armónica, la conciencia de un proyecto común español. Y esto sólo será posible si logramos construir un renovado relato de España que tenga también acento catalán y vasco-navarro. Que significa, por un lado, un proyecto nacional que esté protagonizado decisivamente por todos los españoles y, por otro, una narrativa que se exprese y explique también con los matices propios de la mentalidad y de la lengua catalana y euskera.

La solución al pleito político que hemos vivido no pasa por otorgar a Cataluña o a Navarra más competencias sobre ella misma, sino trabajar en asumir con naturalidad lo que es una evidencia: que ser catalán o navarro no es algo opuesto a ser español, sino una de las maneras en que cada uno puede manifestar su condición de español y europeo. Las sociedades civiles nacieron para transmitir un mensaje claro y sin complejos: no existe contradicción entre una identidad regional y una identidad española, sino que la primera presupone la segunda. Es preciso reconocer, sin embargo, que éste es un mensaje y una idea que no han sido cultivados lo suficiente ni en Cataluña ni en navarra.

El gobierno constitucionalista en Navarra es asunto clave para el futuro de España. En Navarra nos jugamos mucho. También en el gobierno de España.