Opinión
Catalanidad
El inicio del siglo XVIII significó para España, y también para Cataluña, uno de los momentos más importantes y decisivos de su historia. La muerte de Carlos II, el monarca que física y mentalmente fue un desecho humano, provocó un cambio dinástico de consecuencias terribles en el futuro de la propia concepción hispánica. La discutida elección de un príncipe de la estirpe borbónica dio esperanzas a los seguidores de un poder real fuerte y centralizado y provocó el rechazo de los defensores del constitucionalismo, que dio lugar a una guerra internacional que sería civil a partir de 1705.
Las tensiones acumuladas y no solventadas de la guerra de 1640, la presencia de tropas franco-castellanas alojadas en el territorio catalán cuyo comportamiento provocó un amplio rechazo entre la población autóctona, y muchas otras causas prendieron la mecha en el apoyo de una parte importante de catalanes hacia la candidatura de los Austria.
La pérdida de los fueros valencianos en 1707 y la firma de los tratados de Utrecht en 1713 permitieron el abandono de los aliados y el fin del tratado de Génova de 1705, en que en la práctica dejaba abandonada Cataluña a su suerte y el «caso de los catalanes» dejo de figurar, como asunto importante, en las cancillerías de Europa. Cataluña se rebeló en defensa de sus tradiciones y libertades, nunca fue un movimiento «contra España», sino siempre «por la libertad de toda España». Documentos no sólo de 1705, sino de 1713 y del mismo 11 de septiembre de 1714 así lo dejan patente. No fue una lucha por la independencia. No fue una lucha contra España. Fue el grito desgarrador de unos catalanes que querían seguir siendo españoles a su manera. Las instituciones catalanas optaron por apoyar mayoritariamente a una de los pretendientes al trono hispánico, y las Cortes de Cataluña de 1705-1706 elaboraron «La Constitución o Ley de Exclusión de la Casa de Borbón», de apoyo al pretendiente Carlos. La idealizada España federal, el respeto por las leyes de los diferentes reinos hispánicos fueron el principal y único argumento de los catalanes en su batalla contra los borbones franceses. El relato separatista sobre la derrota de los catalanes el 11 de septiembre de 1714, se puede resumir en el edicto sobre la lengua catalana, del presidente de la «Junta Superior de Justicia y Gobierno»: «Que en las escuelas no se permitan libros en lengua catalana, escribir ni hablar en ella dentro de las escuelas y que la doctrina cristiana sea y la aprendan en castellano». Se aplicaron los decretos centralistas en Aragón, Baleares y finalmente en el principado el 1716. Los fueros fueron eliminados y las leyes de Castilla sustituyeron de manera implacable a los autóctonos. La derrota del relato del hispanismo catalán ha sido total. Empecemos a combatirlo, y expliquemos que la catalanidad ha sido, es y será profundamente hispánica.
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