Opinión
Trump quiere mejorar la fiscalidad del ahorro
Cuando los ahorradores compramos y vendemos un activo financiero, cosechamos una plusvalía, la cual se halla sometida al correspondiente tipo impositivo sobre el ahorro dentro del IRPF (19%, 21% o 23% dentro de España). Por ejemplo, si invierto 1.000 euros en acciones de Inditex y, al cabo de un tiempo, las revendo por 2.000 euros, habré conseguido una plusvalía de 1.000 euros sobre la cual deberé abonar 190 euros al Fisco patrio.
Por sí sola, la tributación de esta plusvalía ya resulta discutible: ¿por qué motivo Hacienda ha de meter la cuchara en una ganancia a cuya gestación no ha contribuido en lo más mínimo? Sin embargo, tal tributación se vuelve tanto más reprochable cuando ponemos de manifiesto que el Fisco está gravando la plusvalía nominal –sin tener en cuenta la inflación–, no la real –teniéndola en cuenta–. Verbigracia, imaginemos que la transacción anterior se produce en el plazo de una década –invierto 1.000 euros en acciones de Inditex hoy y las revendo por 2.000 euros dentro de una década– y que, durante ese período, hemos padecido una elevada inflación por la cual los precios se han duplicado.
En tal caso, parece claro que no habré cosechado ninguna ganancia real –2.000 euros poseen el mismo poder adquisitivo que 1.000 euros después de que los precios se hayan duplicado– y, sin embargo, el Estado me seguirá obligando a pagar 190 euros en concepto de ganancias ficticias –es más, podría darse el caso de que tuviera pérdidas en términos reales y, aun así, que el Estado me obligara a pagar impuestos sobre las ficticias «plusvalías» nominales–.
En otras palabras, la inflación penaliza al ahorro no sólo porque devore a la renta fija, sino también porque, combinada con nuestro sistema fiscal, provoca una doble penalización del ahorro –y no olvidemos que el ahorro debería ser protegido y no desincentivado, ya que constituye la base productiva de cualquier sociedad–. Acaso por ello, y según ha adelantado Bloomberg, el Gobierno de Donald Trump esté planeando cambiar la legislación fiscal estadounidense para corregir las plusvalías nominales en función de la inflación. Dicho de otra manera, si logro una plusvalía nominal del 100% pero, durante ese periodo, la inflación ha sido del 100%, a efectos fiscales habré engendrado una plusvalía real del 0% y, por tanto, no tendré que abonar ningún impuesto sobre mis (nulas) ganancias patrimoniales.
Cálculos de la propia administración Trump estiman que esta reforma constituiría un ahorro de 105.000 millones de dólares para los contribuyentes estadounidenses a lo largo de la próxima década: menor desincentivo al ahorro supondría mayor inversión y, por consiguiente, mayor crecimiento económico.
Ojalá los políticos españoles estuvieran planteándose la aplicación de una medida similar para nuestro país –pues estamos fuertemente necesitados de un aumento de nuestro ahorro interno que nos permita seguir financiando la transformación de nuestra estructura productiva así como desapalancarnos con respecto al sector exterior–, pero, por desgracia, todo apunta a que están afilando los cuchillos para penalizar todavía más el ahorro de los ciudadanos.
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