Opinión

Tipos de interés negativos

El 25% de todo el stock de deuda pública mundial cotiza a tipos de interés negativos. En el caso de algunos países, como Suiza, toda su deuda pública (con independencia del plazo de que se trate) exhibe tipos de interés negativos. ¿Por qué sucede esto y qué nos está indicando?

Primero, que un bono estatal devengue tipos de interés negativos significa que los inversores van a recuperar a vencimiento menos dinero del que originalmente le prestaron al Estado; o, visto desde otro ángulo, es el Estado quien les cobra intereses a los inversores.

Segundo, la razón por la que este fenómeno tiene lugar es que hay muchos inversores que desean comprar deuda pública en relación con los pasivos estatales que se hallan a la venta. Esta asimetría entre oferta y demanda de bonos públicos lleva a que éstos se vendan por encima de su valor nominal (por ejemplo, el Estado emite un bono que pagará un millón de euros a vencimiento y algún inversor se lo compra a cambio de 1,01 millones de euros).

Tercero, el motivo por el que los inversores demandan extraordinariamente títulos de deuda pública es la existencia de una sobreabundancia de capacidad de financiación en la economía mundial y una insuficiencia de oportunidades de inversión privada con una relación de rentabilidad/riesgo que les resulte aceptable (o los proyectos de bajo riesgo no proporcionan rentabilidad o los proyectos que proporcionan rentabilidad suponen riesgos demasiado altos). Dicho de otro modo, como los inversores tienen mucho dinero y no saben qué hacer con él, optan por colocarlo en títulos estatales (supuestamente) libres de riesgo aun cuando coticen a tipos negativos (a efectos prácticos, es como si le pagaran una comisión al Estado para que custodie su dinero).

Cuarto, la estrategia de los bancos centrales de volver a recortar los tipos de interés realimenta el fenómeno de los tipos de interés negativos: en la medida en que los bancos centrales están entrando en el mercado como inversores que demandan bonos, sus tipos de interés se reducen todavía más.

Y quinto: en general, la universalización de los tipos de interés negativos no debería reconfortarnos por mucho alivio fiscal que suponga para Hacienda. Como decíamos, lo que ponen de relieve es una economía estancada y con poco ingenio a la hora de utilizar todo el sobreabundante capital del que disponen los ahorradores.

Ante esta situación, existen dos alternativas: o bien los Estados desarrollan políticas fiscales muy expansivas consistentes en emitir muchos más bonos y relanzar la inversión pública o, por el contrario, se intenta incentivar la inversión privada por la vía de aumentar su rentabilidad bajando impuestos y liberalizando la economía. El primer camino puede que parezca mucho más rápido y sencillo que el segundo, pero en última instancia nos conduciría a un despilfarro masivo de ahorro privado. Mucho mejor permitir que sean los empresarios quienes competitivamente inviertan el capital disponible. Y, para ello, dejemos de matar fiscal y regulatoriamente el rendimiento de esas inversiones.