Opinión
El Rey y el futuro Gobierno
En sus declaraciones veraniegas desde Mallorca, el Rey ha dicho que, «lógicamente», «es mejor encontrar una solución antes de ir a elecciones». Se comprueba así que Felipe VI está de acuerdo con esa mayoría de españoles (dos tercios, según la encuesta de LA RAZÓN de ayer) que no quieren nuevas elecciones en noviembre. Puede haber diversos motivos para esto, pero el principal es de sentido común: cuatro elecciones generales en cuatro años pueden agotar el compromiso cívico de los españoles, les inducirán a desconfiar en la capacidad de los partidos para gobernar y tal vez lleguen a desacreditar el propio sistema, que empezaría a dar síntomas de ingobernabilidad.
Por otra parte, el Rey también insistió, y en más de una ocasión, en que una nueva convocatoria de elecciones sería perfectamente constitucional. Entre otros motivos, lo hizo, sin duda, para evitar cualquier malentendido. Y en un último apunte, muy característico, deslizó una alusión personal, de tono humorístico, al señalar que «ya estamos acostumbrados» a situaciones como la de este verano. A ver si «podemos», deslizó: descansar, sin duda.
Nada de todo esto permite afirmar que el Rey ha fijado una posición sobre la situación y el bloqueo de los partidos políticos. De sus palabras tampoco se deduce ninguna solución al problema. La primera opción que se viene a la cabeza es un gobierno de coalición, pero las declaraciones no excluyen ninguna posibilidad, ya sea un concentración nacional –o gran coalición–, o una coalición de izquierdas o bien otra a la portuguesa. Tampoco queda excluido un gobierno en minoría, ni siquiera uno forjado «a la Sánchez», que es el cheque en blanco de los «progresistas» y «las derechas» –como dice la vicepresidenta con su tono de miliciana de los años 30– para que el Presidente así investido haga su real gana.
Así que el Rey admite esa posibilidad –«del no es no al sí porque sí», como dijo Casado en el último debate–, que sería como tener de Presidente de Gobierno a una imitación, por no decir una parodia, de Jefe del Estado. Es posible –y ahora sí que entramos en la especulación absoluta– que le divirtiera. El republicanismo de «las izquierdas» españolas se revela monárquico –monárquico absoluto, quiere decirse» hasta el tuétano y, lo mejor de todo, sin saberlo. Ejerza usted de miliciana para esto.
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