Opinión

Cuánta hipocresía con Plácido

Cuánta hipocresía en esto de Plácido Domingo. No voy a discutir que el tenor sea o no rijoso, porque no lo sé. Tampoco me extrañaría, muchos hombres lo son. Pero que nos escandalicemos de lo que acontecía hace diez, veinte, treinta años, es como rasgarnos las vestiduras porque entonces hubiese gente que se hiciese cura para poder comer o mujeres «deshonradas» que se dejasen mantener por sobrevivir. Sencillamente, venimos de un pasado que, gracias a Dios, vamos superando en Occidente (y sólo en Occidente).

Era común que los hombres se insinuasen, pero también era común mandarlos a paseo. Todas lo hemos hecho, entre risas o con disgustos, y no pasaba nada. A veces te costaba el puesto, pero tampoco es bueno conservarlo o medrar en compañía de quien te valora por tu trasero o tus pechos. Conozco mujeres que perdieron un programa de televisión o una obra de teatro por ello. Hoy podemos caer en esa monstruosidad de la extorsión laboral a cambio de sexo, tanto hombres como mujeres, pero afortunadamente está peor visto y hay recursos legales para defenderse. En cambio, hace años, era un código social extendido. Venir a estas alturas con tocamientos de hace treinta años es hipócrita (siempre y cuando no haya habido violación). Porque hablamos de un sistema trasnochado que requería –y es hora de decirlo– de la connivencia de dos personas. Naturalmente que la mujer no era libre, pero sí lo era de hacer un corte de mangas, aunque le costase el puesto. Es ésa la cuestión. El puesto. Hay hombres que han hecho lo innombrable por subir. Y mujeres. Señoras que han puesto su físico en el mercado. Y sujetos que se han corrompido, o han mentido, o aplastado a los demás.

Ahora sigue ocurriendo, sólo que hombres y mujeres se parecen más en los métodos. Y, en lo tocante al sexo, debe haber acuerdo entre ambos, porque lo contrario es peligroso para el agresor. Me temo, por lo demás, que el caso del director o productor que se liga un chico o chica y luego lo «coloca» seguirá existiendo mientras el mundo es mundo. Y hoy por hoy, además, hay directoras o productoras que lo hacen. Porque todo esto depende de la calidad de las personas.

Si destrozamos –o intentamos destrozar– la carrera de Plácido Domigo con una excusa feminista, tenemos que ser capaces de enumerar a las tías o chavales que se han literalmente vendido por su carrera. No excuso a los que tocan culos o se aprovechan del poder. Sencillamente afirmo que esto es tan viejo como la historia de David y Betsabé y sólo podemos alegrarnos de que haya hoy en día posibilidad de denuciar.