Opinión
Castilla, sujeto histórico
Apenas queda escritor o literato español que no se haya planteado el sentido y, por supuesto, el ser de Castilla, tratando de alcanzar la libra más profunda para hacer original su comprensión en los hondones más profundos de la realidad. Aquí no se trata de eso, sino de cumplir con la exigencia más radical del historiador al aproximarse con el entendimiento de algo inquietante respecto a la realidad. Pero para alcanzar esa comprensión es importante llevar a cabo diversas funciones intelectuales, aunque en este caso sí, al menos, enumerar. O ante todo, el «conocimiento» hasta el núcleo de la conciencia histórica, por ello propicia la construcción del ordenamiento sistemático, capaz de proporcionar la situación global del conjunto temático, de cuantos sectores históricos estén inscritos en el tema. Lo que es lo mismo, se trata de la acción humana rescatada de la temporalidad, para lo cual hay que establecer los límites fuera de la dinamicidad hasta su reintegración en la duración. Desde la revolución científica del siglo XX, los grandes conceptos matemáticos y de la física han sido fundamentos esenciales para el historiador, así como el aporte del concepto de límite: cantidad a la que apunta la frase zubiriana aplicada al concepto de visualizar la relación del todo con las partes, o de todos los factores junto a los mecanismos que permiten la relación, que sólo puede conseguirse mediante la relación del todo con las partes componentes de la situación que permite analizar la relación que existe entre la vida cotidiana y el nivel del pensamiento: variable que puede ser decrecimiento, de detención e incluso, retroceso.
Para comprender Castilla, hay que aproximarse a su historia y al espectacular cambio de una situación de encierro y defensa y a una expansión incontenible de energía y vitalidades renovadoras, a un desbordamiento indomable contra el exterior. Castilla es una realidad integral cuya formación se debe a gravitaciones históricas en las que intervienen romanos, godos, musulmanes, reinos cristianos, reconquistadores –como Asturias, Navarra, León–, regiones en litigio como La Rioja y La Bureba, nuevamente los reinos musulmanes coexistentes con los cristianos y como final la gran atracción de Castilla, que fue el mar, desde la formación misma del reino: Castilla precondal, Condal y Reino supone una carga de espiritualidad cultural de tal magnitud que en ello es imprescindible apreciar la coherencia e identidad del mundo histórico castellano que alcanzó su máximo en el reinado de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV y comienzos del XVI, consiguiendo una participación de primera magnitud en la empresa comunitaria de América.
El trabajo de los españoles se ha concentrado en la pesca y la agricultura y en su física orogénica, en su perfil mesetario y rodeando la Meseta, una serie de macizos montañosos, las cordilleras Béticas, los Pirineos, la separan netamente de Francia: cuatrocientos treinta y cinco kilómetros de longitud, con una anchura que en algunos puntos alcanza los cien kilómetros. Otros macizos montañosos, como el viejo galaico, de materiales paleozoicos o las montañas vascas, umbral entre la cordillera cantábrica y los Pirineos, que produjeron honda impresión en Julio César. En fin, las costas, con casi seis mil kilómetros de longitud, altas y bravas en los sectores montañosos, son poco importantes en las llanuras. Existe una estrecha relación entre continuidad y discontinuidad; y se aprecia entre la vida cotidiana y el nivel infinito del pensamiento. En la historia, la variabilidad obliga a situarse en una realidad que es preciso tener en cuenta para realizar análisis a la vida cotidiana, aproximándonos a su historia: a esa situación de cambio que lleva de una estación de defensa a una expansión incontenible de energía y un desbordamiento de energía y contingentes, henchida de gravitaciones históricas, y, finalmente, la gran atracción que fue el mar, desde la misma formación del Reino hasta alcanzar un máximo con los Reyes Católicos en la empresa de América.
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