Opinión
La oposición ante el maremoto
La derecha demonizada, el centro derecha que no se encuentra, los conservadores ante el espejo, los liberales desorientados, los progresistas pálidos ante la deriva peronista de Pedro Sánchez, los socialdemócratas deprimidos por los aquelarres de la izquierda reaccionaria, los enemigos de las orgías sentimentales y en general cuantos tengan en cierta estima la democracia representativa, necesitan despertar. Porque Pedro el Guapo, o el Fatuo, ya reconoce que existe un «riesgo alto de ir a elecciones». Pasado por la turmix publicitaria significa que corremos pantalla y enfilamos convocatoria. Pedro no ha hecho otra cosa desde que ganó las elecciones que capitalizar el BOE, el Consejo de Ministros, RTVE, los incendios de agosto, los inmigrantes en patera, la Abogacía del Estado, la reconversión de Otegi en «hombre de paz», los anticuerpos constitucionales frente al secesionismo periférico y el feminismo identitario para mantener eléctrica, la balada de su cesarista entronización a costa de lo que sea. Casado, y especialmente un ensimismado Rivera, debe asumir que el zafarrancho ha sonado y que en las vísperas de una recesión y con Europa al borde del Brexit chungo amenaza con perpetuarse en Moncloa un resentido de manual al que sólo interesa prolongarse el chollo. En el PP va siendo hora de que alguien explique a los llamados barones que su repugnantes cambalaches con los diversos localismos y sus carantoñas a las xenofobias encubiertas y sus exóticas queimadas son la antesala del asalto de los traidores al Estado que pronosticó César Alonso de los Ríos hace ya un cuarto de siglo. En el PP de Casado parece buen momento para que los críticos, los acomplejados y los inútiles asuman que el discurso de Cayetana Álvarez de Toledo es el de la Ilustración y el republicanismo y que más allá yacen las tinieblas predemocráticas. Más nos vale, porque no hay tregua. Se acerca la sentencia del juicio por el intento de golpe de Estado en Cataluña, Torra anuncia nuevas insurrecciones y el mandarín al frente del gobierno carece de escrúpulos. Pedro ha puesto el Estado a su servicio. Llegó para una emergencia y usó la alianza con Bildu y los separatistas para atornillarse al podio. Pactó hace un par de años un programa con Cs. Pero eso fue antes del trifachito y las derechas trifálicas y tururú. En Cs parecen muy ocupados en depurar a los críticos y dispararse en el estómago. Lo último Madrid y sus desprecios a la presidenta. Con un discurso que suena más falso y artificioso cuanto más se aleja de las intenciones originales del partido, a saber, plantar cara al nacionalismo y evitar que lo común quede al mando de los que apuestan nuestros derechos en la ruleta la construcción nacional de sus respectivas aldeas. Pedro, finalizadas las semanas de siesta, ronquido va, selfie viene, lleva semanas empeñado en desangrar a sus oponentes morados. Los lleva de la mano como cochinos al matadero. Ofrece a Podemos «responsabilidades capitales» al frente de «instituciones y órganos que no están supeditados al Consejo de Ministros». O sea, del Consejo General del Poder Judicial, RTVE, el Constitucional, la CNMV, el Banco de España, la Comisión Nacional de los Mercados y hasta Correos. ¡A Podemos! De cuyo secretario general dijo en julio que no podía hacerle sitio en el gobierno porque «necesito un vicepresidente que defienda la democracia». Cómo será la alarma que Yolanda Díaz le ha afeado a Pedro que ofrezca puestos de alta responsabilidad que deberían de situarse al margen del mercadeo. Miren, conviene asustarse cuando te llama a capítulo, con toda la razón, la portavoz de un ente llamado Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común. La oposición, el PP y Cs, finalizadas las pujas por ver quién ejerce la primogenitura y quién va de subalterno, tiene que espabilar. No basta con las portentosas exhibiciones dialécticas de CAT en el Congreso. El maremoto tectónico ya ha sido registrado. Los centros de alerta temprana gritan tsunami.
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