Opinión
El impeachment de Trump (I)
No deja de sorprenderme la manera en que los medios españoles informan sobre lo que sucede en Estados Unidos. Tras el fracaso clamoroso del Russiagate – que, supuestamente, iba a provocar el impeachment del presidente – la demócrata Nancy Pelosi ha anunciado que, esta vez sí, se inicia ese procedimiento contra Trump. De creer lo que cuentan, de manera mayoritaria, los medios esto va a ser el final de Trump. Sinceramente, cuesta creerlo para cualquiera que sepa aritmética. Hagan ustedes las cuentas por sí mismos y verán que no los engaño. El artículo I, sección 3 de la constitución de Estados Unidos exige para lograr el impeachment o destitución presidencial contar con los dos tercios del Senado que hoy en día serían 67 votos de entre los 100 senadores. Incluso en el caso, nada seguro por otra parte, de que los 45 senadores demócratas fueran a votar en contra de Trump, a ellos tendrían que unirse 22 senadores del partido republicano y 2 senadores independientes para lograr ese objetivo. ¿Lo ven ustedes posible? No sólo eso. Doce senadores demócratas ya han señalado que no votarán a favor del impeachment de Trump lo que, aparte de indicar su sentido común, significa que el número de republicanos – e independientes – que debería votar contra Trump tendría que aumentar hasta treinta y cuatro. ¿Les parece verosímil? Precisamente, cuando se analizan datos tan sencillos y evidentes que apuntan a la imposibilidad casi absoluta del triunfo de la iniciativa llama más la atención que Nancy Pelosi no llevara a cabo una votación previa a la decisión de impulsar el impeachment, que no identificara un solo delito que, presuntamente, hubiera cometido Trump e incluso que no esperara a leer la transcripción de la conversación entre Trump y el presidente ucraniano Zelensky que, por cierto, obliga a descartar de plano las tesis del partido demócrata. A decir verdad, la conducta de Pelosi contrasta seriamente con la que mantuvo en su día su homólogo, el republicano Newt Gingrich, que esperó cuatro años de investigación para iniciar el procedimiento de impeachment contra Clinton, procedimiento que discurría sobre bases muchísimo más sólidas que el de Trump y que, sin embargo, fracasó. Bien, se preguntará el sagaz lector, si las cuentas no encajan ni con calzador ¿por qué se han metido los demócratas en semejante berenjenal? Hay que contarlo, desde luego, pero será otro día.
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