Opinión

La guerra comercial de PdrSnchz

La de Sánchez, más que una guerra comercial, parece una escaramuza para salvar la honrilla patria y hacer campaña electoral. Dejemos claro desde el principio que las sanciones comerciales norteamericanas están avaladas por la Organización Mundial del Comercio en aplicación de las «normas de tráfico» básicas en la regulación de los intercambios internacionales desde que, en 1947, se suscribiera el primer acuerdo del GATT. No se puede subvencionar en Europa a la industria aeronáutica –por mucho aval que se encuentre en las teorías de Krugman– sin esperar la reacción del otro gigante del sector en Estados Unidos. Y así ha sido. De ahí el anuncio norteamericano de imposición de aranceles a ciertas exportaciones europeas, entre ellas las españolas de aceite de oliva, vino, jamón y queso. Y dejemos claro también que no cabe esperar que tales aranceles hagan un roto apreciable a la economía española. Las estimaciones del ministro Planas lo calculan en unos 200 millones de euros, aunque debido a que buena parte de los productos afectados, son bienes diferenciados, no creo que supere la mitad esa cifra. Estaríamos hablando, entonces, de una pérdida del 0,008 por ciento del PIB.
Sin embargo, pese a lo exiguo de este impacto, la reacción del gobierno español ha sido desmesurada. PdrSnchz para nada se ha referido a las ayudas industriales ilegítimas. En vez de ello, ha convocado al embajador norteamericano para expresarle su malestar e inmediatamente ha montado un show triangular con participación del ministro de Agricultura, las asociaciones de agricultores y la representación española en Bruselas. Todo ello salpimentado de palabras rimbombantes: «No queremos una guerra comercial –ha dicho Luis Planas– pero, si la inician, vamos a contestar y defendernos con todas nuestras armas». El eco resuena entre el electorado rural; y el engaño también, pues les guste o no a Planas y a Sánchez, España carece de competencias en política comercial y es la Comisión Europea quien podrá, o no, hacer algo en este terreno. Claro que, según parece, Sánchez está dispuesto a prometer subvenciones compensatorias a la industria alimentaria afectada y, de paso, a los productores rurales. Está en juego una bolsa de más de un millón de electores y, desde luego, el Psoe no parece dispuesto a desaprovecharla. Ni que decir tiene que, en el medio rural, las asociaciones agrarias se están movilizando rápidamente. Conocen el principio general para abordar cualquier problema: «la solución: subvención; si no hay subvención, no hay solución». Así que ya sabemos, una vez más a los españoles nos va a tocar pagar con creces este arranque nacionalista de la izquierda con la excusa de una guerra comercial ignota.