Opinión
El impeachment (y III)
Si cuesta creer que salgan las cuentas del impeachment de Trump y además existen indicios poderosos de corrupción de Joe Biden y su hijo Hunter –no sólo en Ucrania, dicho sea de paso– ¿cómo han podido lanzarse los demócratas a una acción semejante? Hay varias razones. La primera es la incapacidad de algunos demócratas para metabolizar la derrota de Hillary Clinton, derrota que, por cierto, anunció en esta tribuna y con meses de antelación, quien escribe estas líneas, pero que parecía totalmente imposible a juzgar por lo que contaba la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Esa incapacidad para aceptar la derrota arrastró al partido demócrata al absurdo del denominado Russiagate que concluyó con que Trump nunca recibió ni pactó ayuda de agentes rusos para ganar las elecciones y que además ha terminado por sacar a la luz la poca ejemplar conducta de algunos funcionarios y el hecho de que la compañía que proporcionó los datos es propiedad de dos nacionalistas ucranianos más que interesados, por supuesto, en agriar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. La segunda razón es intentar evitar que se pueda investigar a Joe Biden cuya presunta corrupción, ya denunciada previamente, colocaría toda la era Obama bajo la peor de las luces. El que Biden fuera en ese entonces –que no en los últimos días– el mejor situado para obtener la nominación demócrata a la carrera presidencial añadía gravedad al asunto. La tercera razón es la gravísima escoración del partido demócrata hacia posiciones socialistas. Con un ala derecha, los blue dogs, que recuerdan mucho lo que ha sido el partido demócrata y un ala izquierda en la que destacan sujetos como Bernie Sanders o las girls de la Squad, el centro del partido demócrata se ha demostrado vez tras vez incapaz de mantener el equilibrio. Finalmente, Nancy Pelosi ha sucumbido a las presiones del ala izquierda en un equivocadísimo paso porque la apertura de la investigación implica un riesgo cierto de una investigación directa no sólo de Joe y Hunter Biden sino también de Hillary Clinton en cuestiones como el «asunto Benghazi» y del propio Obama. Intentando evitar, pues, que se descubra la presunta corrupción del vicepresidente toda la era Obama puede verse sometida a la luz pública como nunca antes. A día de hoy, tras el error colosal demócrata, Trump ya está viéndose fortalecido.
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