Opinión

Hay mucha mierda que limpiar

La frase no es mía sino de los CDR que anoche anegaban con lenguas de fuego enunciados tan literarios como el título de estas líneas pestilentes. Mucho que limpiar si yo tuviera una escoba. El populacho se echa a la calle con una mochila de sueños, a decir del Supremo, solo que acaban convirtiéndose en pesadillas. Anoche soñé que volvía a Manderley y ahí se encontraba aún el ama de llaves de Rebeca en forma de Quim Torra sobando las medias de Puigdemont. Parecía el «president» uno de los jubilados que se lanzaron también a los adoquines engañados por un Gobierno. Pobres padres nuestros que por ocho euros de más de su paga se gastan suelas de zapatos que cuestan el doble. Torra paseaba con Ibarreche, que aspira a ganar su propia guerra civil después de muerto el Congreso que le venció. El ex lendakari quiere hacerse un Franco. Con sus viseras y las camisetas de caminar que se colocan las tías del pueblo cuando van al monte a recorrer la ruta del colesterol, Torra e Ibarreche, más que limpiar mierda diríase que la olían. Sentían el perfume de España, Eau de Spagne, y esperaron a llegar a casa a rociarse de zotal. El hombre que comanda los Mossos arenga a las masas y ordena apalearlas. No sabemos por qué no ha sido llamado a consultas como a los embajadores cuando se cagan en los cimientos de la patria nuestra. No sabemos por qué se permite que Torra continúe en su poltrona. En la antesala del «Ahora España», a Sánchez no se le cayó de los labios el mantra del 155, ahora convertido en un 1,55, de Gulliver a Pulgarcito. Sánchez aún medita con una almohada «butterfly» la Ley de Seguridad Nacional.. Mucho respaldo dialéctico a la Guardia Civil, la Policía y los Mossos, pero poco cocido madrileño cuando el menú no es precisamente vegano. Cataluña es la comunidad autónoma más preocupada por los derechos de los animales. Debe ser que las personas, sin embargo, ya hemos pasado a la categoría de cosa, que es la manera posmoderna del odio. A una cosa se le puede insultar sin padecer remordimientos. Una imagen de las tantas que se señorean por todos los medios provocó un escalofrío caliente: una señora a punto de dar a luz suplicaba que la dejaran pasar delante de Torra sin que pareciera importarle. Siguió su camino para parir nada. Periodistas con cascos contaban lo que veían como si a sus espaldas ardiera el Líbano. El presidente de España amaga pero no pega el golpe en la mesa definitivo que nos ampare. El miedo se apodera de los balcones cerrados Mucha mierda.