Opinión

¿Otro referéndum?

Hoy contemplaremos al independentismo militante catalán en todo su esplendor, concentrado en Barcelona. Frente a semejante multitud, otra muchedumbre silenciosa y resignada, empachada de «procès», verá sus hospitales reducidos al servicio mínimo, fábricas y negocios cerrados, edificios oficiales blindados, agentes vigilando palmo a palmo las calles. Pienso en ellos, por encima de todo lo demás. Deseo de corazón que la violencia extrema de estos días no degenere hoy en males irremediables; ya tienen suficiente los catalanes de bien con soportar altercados que sólo ensucian la imagen y el prestigio de su tierra. Varias embajadas –las de EE.UU., Francia o Reino Unido– advierten ya a sus ciudadanos de los riesgos de viajar a Cataluña.

De todos modos, el mayor de los peligros, hoy, se llama Quim Torra. Siempre he sostenido que Torra es un activista, no un político. Un alimentador de odios. Llegó de rebote a la Generalitat catalana, cual marioneta de Puigdemont, y en el cargo ha resultado, si cabe, más peligroso que el fugado a Waterloo. Por supuesto, jamás se ha ocupado el susodicho de velar por los intereses comunes. Le importó muy poco el caos de esta semana en los aeropuertos, en las estaciones de tren, en las carreteras, el drama de tantos por las concentraciones independentistas.

Torra siempre antepone a los suyos frente al bienestar del pueblo. No me sorprendió verle esta semana en zapatillas de deporte cortando la AP7, junto a Ibarretxe y compañía. ¡La protesta callejera es su hábitat! No me sorprendió, de acuerdo, pero me molesta profundamente que este individuo dirija, sumido en la incongruencia, el destino de millones de personas y les arrebate, en su día a día, su legítimo derecho a circular, a trabajar, a convivir en paz.

Quim Torra es un mayúsculo irresponsable cuando amenaza con otro referéndum, sabiendo que cometería un delito. Hace oídos sordos, se salta las advertencias del Supremo y el Constitucional. Sus consejeros de ERC no le soportan, y en la oposición le exigen que dimita. Lo tiene todo en su contra, pero él insiste en sus planes suicidas.

Si se demuestra que Torra participó, con miembros de los CDR, en la organización del caos circulatorio de esta semana, pueden llegar a inhabilitarle. Espero que eso suceda cuanto antes, por el bien de todos.