Opinión
El cóctel
A veces es bueno no ser jurista, ni policía, ni político. Te permite evitar los tecnicismos. Plantear meras preguntas de sentido común. Ahí van.
- No entiendo por qué los secesionistas catalanes proclaman, por televisión, a vista de todos, la independencia de Cataluña en el Parlamento local, y el Tribunal Supremo los condena por delitos contra el orden público. Ya sé que el tipo penal está ajustado a gente como Tejero, pero sigo sin comprender. A los del vulgo nos parece un delito contra la Constitución y el Estado.
- No entiendo por qué el Gobierno de la Generalidad exige a los mozos de escuadra lealtad a una supuesta República ficticia y los coloca, sin embargo, a reprimir a quienes reclaman esa misma República. Tampoco entiendo por qué es la Policía Nacional la que al final tiene que proteger a los mossos.
- No entiendo por qué Joaquín Torra dice que los que prenden fuego en Barcelona no son de los suyos, manda a los mossos a detenerlos y luego exige responsabilidades a estos mismos mossos por cargar.
- No entiendo por qué Pedro Sánchez apela a la moderación. Calles cortadas, aeropuertos colapsados, incendios y choques. Lo permitimos. ¿Tenemos que ser más moderados aún?
Creo que somos muchos los que albergamos, como poco, estas cuatro dudas. Por lo tanto, hay cierta desconexión entre la ciudadanía y sus responsables. Si la gente siente esta distancia, es lógico pensar que estamos inseguros. Añadan dos gotas de clima preelectoral, otras dos de incertidumbre económica y tendrán la receta de un cóctel amargo.
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