
Opinión
La alta edad media
El Doctor en Historia por la Universidad de Oxford Chris Wickham, desde 1975 profesor de la Universidad de Birmingham, ha publicado un libro de nueva filiación histórica que lleva el título de «Una Historia nueva de la Alta Edad Media: Europa y el mundo mediterráneo, 400-800», traducido al castellano por la Editorial Crítica, 2005.
Dicen los técnicos editoriales que «… no es arriesgado decir que señala un antes y un después en los estudios medievales». Es, en efecto, una obra extraordinariamente importante en la que un historiador ha trabajado con intensidad una lista considerable de personas que le han permitido comprender –objetivo fundamental y básico de los historiadores– «mejor este periodo», contrastado con un considerable número de historiadores con quienes ha comparado su propio pensamiento para reafirmar las conclusiones básicas e innovadoras del conocimiento de la realidad histórica, el concepto y contenido de «Alta Edad Media», así como los límites; propone unos nuevos límites. Ello le ha asegurado que no todos estarán de acuerdo con sus conclusiones, pero sí, de modo inevitable, con el conjunto del pensamiento rector de la nueva estructura que su investigación aporta en este estudio.
Agradece –y esto es de elogiar– a la Biblioteca Ashmolean (hoy denominada Sackler) de Oxford, donde llevó a cabo la mayoría de las investigaciones y a la Academia Británica, que «al permitirme ocupar un puesto de profesor e investigador adjunto entre 1997 y 1999 me concedió los medios para iniciar el proyecto», de modo que «este libro es el resultado (demorado) de esa ayuda». Es decir, los profesores de Historia necesitan ayuda de las Bibliotecas, que a su vez deben recibir los medios para nutrir sus anaqueles de libros, que constantemente emergen de las editoriales de pensamiento histórico que, además de los documentos, necesitan el conocimiento del tiempo largo, de las estructuras históricas y de los límites del paisaje, del tiempo y de la historia.
El doctor Wickham ha llevado a cabo una empresa de gran altura intelectual, manteniendo la luz de una larga serie de historias regionales y de gravitaciones históricas y de un mapa muy fragmentado de temas ha conseguido un cuadro brillantísimo de una época medieval de historias regionales de cultura visigoda levantadas históricamente sobre la región del imperio romano mediterráneo; región por región resulta imposible –y diríamos inútil– sacarlos del vínculo cultural romano con las respectivas regionalidades de la cultura de visigoda en Europa y el Mediterráneo. Wickham sitúa la cronología de la Alta Edad Media entre el 400 y el 800 de la era común y construye un nuevo marco en el cual integra la creación de los distintos Estados, la riqueza y la administración de la economía, la identidad del aristocracia, la gestión de la propiedad, la vida rural y la sociedad campesina, el comercio y las ciudades. Ha construido, pues, una gran investigación, revalorizando los saberes hasta construir un cuadro de gran valor, pues se trata de regiones de idéntica historia formada por cada una de las regiones del tardío imperio romano y del primer mundo germánico –visigodo– desde Dinamarca hasta Egipto, pasando por la España visigoda y Al-Andalus.
Una larga y moderna bibliografía de ciento veinticuatro páginas acredita la Biblioteca Universitaria que le ha servido de base de actuación y, en fin, el paisaje, el tiempo y las personas, pasando antropológicamente de la intimidad a la identidad, lo que hace posible por el historiador lo que Julián Marías denominó la «actitud», es decir, lo que puede considerarse acción de una característica sociedad, extendida, en el caso de la España visigoda, entre el mozarabismo leonés y el mudéjar andaluz, ofreciendo un estilo mucho más próximo a los señoríos vascos, al Reino de Navarra, al de Galicia, o al de la vieja Cataluña, es decir, con el Reino asturiano y el Aragón pirenaico: la orla geohistórica nunca arabizada en la Península Ibérica. Las pautas de desarrollo social analizadas por el profesor Wickham recuerdan que en todas las sociedades el cambio depende primordialmente de factores internos, aunque en ciertos casos sea de influencias externas.
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